Almas

Cuando era un niño la palabra “alma” era comúnmente invocada en la escuela, en el barrio, en casa y en la radio. El alma tenía una fuerte connotación religiosa, y era una idea invocada regularmente en las iglesias que mi familia visitaba. La orientación social del Evangelio del catolicismo latinoamericano y de las comunidades afroamericanas … Leer más

Cuando era un niño la palabra “alma” era comúnmente invocada en la escuela, en el barrio, en casa y en la radio. El alma tenía una fuerte connotación religiosa, y era una idea invocada regularmente en las iglesias que mi familia visitaba. La orientación social del Evangelio del catolicismo latinoamericano y de las comunidades afroamericanas de 1960 y 70 intensificaría su significado moral. Pero en las últimas décadas, el término ha disminuido en gran medida en el uso popular.

En la comunidad médica en la que me formé se hablaba de la medicina como una ciencia, pero también como un llamamiento moral destinado a cuidar de las “almas” de pacientes, familiares y médicos. No era en absoluto un ambiente religioso, por lo que “el alma” parecía significar el núcleo moral y espiritual de la persona enferma, el cuidador de la familia y el sanador profesional en una época en que ese medio médico era testigo en carne propia de la corrupción que generaba carencias en el hospital en el que nos formábamos y propiciaba el desarrollo de habilidades clínicas. En el discurso ordinario de esos médicos-maestros, casi siempre suave pero apasionado, el alma significaba la forma en que los enfermos, casi siempre extremadamente pobres, experimentaban la enfermedad como una amenaza a sus valores, sus emociones más profundas y su fe, y también la forma humana en que los médicos trataban a sus pacientes aplicando medidas científicas.

Es raro que se permita hacer mención de la palabra “alma” en las escuelas de ciencias sociales o de biología, pero en la Escuela de Medicina es posible entender que no debe mencionarse el alma en un curso básico de ciencias médicas si quieres evitar el escarnio, pero no así en la clínica. Algunos de los médicos mayores todavía lo utilizan en ocasiones, especialmente para lamentar lo que consideran el efecto de la intervención gubernamental o del negocio en la medicina, que socavan las tareas curativas de los profesionales de la salud. Ahora, rara vez se escucha la misma palabra utilizada por los médicos, incluso cuando los pacientes religiosos y sus familias la usan para enmarcar el significado de su enfermedad y la esperanza.

“¿Qué te dice eso del alma?” Fueron palabras que me fueron pronunciadas hace mucho por un hombre que había vivido dos décadas con un terrible secreto. Lo traté con éxito por depresión; pero, como joven médico, me sentía desconcertado y molesto por su negativa a considerar su tratamiento exitoso: sistemáticamente lo negaba y no podía abordar su fracaso humano subyacente. Fue sólo años más tarde, en momentos en que la sabiduría nacida de la experiencia y el fracaso me aclaró los límites de las medicinas con las que lo traté, que pude reconocer mi ceguera profesional y humana a lo que quería decir con “alma”. Un núcleo moral y emocional perdurable para su ser: una esencia humana vital, una piedra de toque espiritual que no puede ser transmitida por términos médicos técnicos.

Encuentro la expresión “desalmado” perfecta para representar lo que sucede con el cuidado de la medicina en nuestros tiempos, donde los objetivos de eficiencia y rentabilidad del sistema sanitario, la tecnología que menosprecia la atención y las habilidades del clínico, y la falta de tiempo que dedicamos los médicos a escuchar y explicar tienen un efecto terrible en la calidad de la atención. Se pretende sustituir el alma de los médicos con aparatos. Como clínico “experimentado”, puedo sonar como mis profesores, clínicos, de hace décadas que lamentaban los cambios en la medicina y en su papel como científicos cuidadores. Tal vez se trata de una queja perenne, y para expresarla claramente necesitamos alma para especificar la calidad humana en el corazón de la atención médica con el fin de animar las almas de los pacientes, familiares y médicos.




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