Los padres de familia como docentes

Víctor Manuel Silva Galaviz.
Víctor Manuel Silva Galaviz.

Partiendo de la realidad de que los hogares no son escuelas, los padres no son docentes, los hijos no son alumnos y además del prejuicio de los jóvenes que los smartphones son para recreación y nunca para educación, nos encontramos de repente en un triángulo educativo sin que alguno de los actores, ya sea docentes, … Leer más

Partiendo de la realidad de que los hogares no son escuelas, los padres no son docentes, los hijos no son alumnos y además del prejuicio de los jóvenes que los smartphones son para recreación y nunca para educación, nos encontramos de repente en un triángulo educativo sin que alguno de los actores, ya sea docentes, padres o alumnos lo pidiera y menos lo imaginara.

El secretario de Educación manifestó que los padres se preguntarían cómo le hace el docente, bueno, la respuesta es concreta. Cada docente tiene la formación pedagógica, los conocimientos de la materia o grado que imparte, la experiencia en control de grupo y sobre todo su gran vocación de servicio expresada de manera sustancial y diaria con sus alumnos.

Es importante recordar que para contar con los padres como impartidores del conocimiento, debimos haberlos capacitado primero a ellos y ni siquiera previmos capacitar a los docentes para las en clases en línea, situación que apenas esta semana inició con el programa de Google for education que arrancó a más de un mes de haberse declarado la contingencia y suspendido las clases presenciales, aun cuando desde enero se sabía lo que pasaría.

Aspirar a cumplir con los planes y programas educativos de una manera efectiva para este ciclo escolar, endosándole la tarea a los docentes, que su vez deben de compartir tal responsabilidad con cada padre de familia, esto partiendo del supuesto que el alumno tiene un adulto de tiempo completo en casa y no es de la mayoría que tiene que salir a trabajar para el sustento diario.

Creer que la mesa del comedor es tan eficiente como el aula escolar raya en la fantasía, así como no estar consiente que los padres no colaboran con la tarea; no por falta de voluntad, sino por la vergüenza de tener que reconocer nuestra propia ignorancia con los temas y materias ante nuestros hijos. Por eso muchas veces fue más cómodo no apoyar que exhibirse.

¿Qué hacemos? Vamos por los conocimientos básicos necesarios por grado, alimentemos los portafolios de evidencias de manera sustancial y no solo sustantiva, usemos los libros de texto de acuerdo al calendario y seamos aliados de los padres de familia y jamás sus inquisidores, respetemos por salud mental de todos los horarios escolares habituales y demos una calendarización semanal con entregables prácticos y evidencias básicas.

Hoy más que nunca, educar debe ser más parecido a compartir que a enseñar.

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