No es mi culpa… y Punto Final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

El canto-performance creado por el colectivo chileno “Las tesis” se ha convertido en el himno de un movimiento mundial contra la violencia de género que ha trascendido fronteras y es cantado en todo el mundo. No es para menos. Se trata de un canto directo, potente y “pegajoso”, lleno de verdad, que en sus primeras … Leer más

El canto-performance creado por el colectivo chileno “Las tesis” se ha convertido en el himno de un movimiento mundial contra la violencia de género que ha trascendido fronteras y es cantado en todo el mundo. No es para menos.

Se trata de un canto directo, potente y “pegajoso”, lleno de verdad, que en sus primeras estrofas señala: “la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú”, es cierto, la culpa no es de las víctimas y no hay situación, ropa o lugar que justifique las agresiones sexuales de ninguna índole, peor cuando se trata de niñas, niños, incapaces de defenderse y, mucho menos, de asimilar los abusos.

Celebro la reproducción del performance, la inusitada fama del canto y, sobre todo, de la conciencia que ha generado entre las víctimas que se han animado a decir y aceptar que la culpa no fue de ellas.

También es de promoverse y celebrarse la concientización y la prevención de las agresiones sexuales en los menores, que por desgracia son más comunes de lo que uno cree, en los lugares que menos imaginamos y los agresores suelen ser los menos pensados.

Yo era de los que creían que el abuso y acoso sexual eran cosas extraordinarias, lejanas a nuestra realidad, pero hace más de 15 años y gracias al libro del doctor Ernesto Lammoglia, “Abuso sexual en la infancia, cómo prevenirlo y superarlo”, descubrí la aterradora realidad que viven las personas acosadas y/o abusadas.

Aunque el libro hace énfasis en la niñez, los casos aplican para cualquier edad. Lo que más me sorprendió es que los abusos, en su mayoría, son cometidos por gente de supuesta confianza de las víctimas, tíos, abuelos, amigos, primos, maestros, padrastros y hasta padres.

Me conmovió descubrir cómo cuando los menores son abusados cambia por completo su concepción del amor, la seguridad, el autoestima, la sexualidad y la gran culpa que les genera el ataque.

Pese a que la violencia de género y la sexual son muy comunes, nunca había visto tal promoción de la prevención y conciencia de estos lastres, estoy seguro de que este movimiento ya ha aportado a la vida a miles de víctimas y evitado nuevas.

Punto Final

Larga vida al movimiento, gran expansión a la prevención y más empatía con las víctimas.




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