Recomienza el espectáculo

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

¿Cómo divorciamos a las tendencias populistas, profundamente demagógicas, de los movimientos políticos personales que se disfrazan de comunitarios y géneros? Continuamos presenciando la enormísima paradoja del poder: digo que me doy a ustedes para darme siempre a mí y a los míos, digo que mi proyecto es para todos y abono sólo al proyecto de … Leer más

¿Cómo divorciamos a las tendencias populistas, profundamente demagógicas, de los movimientos políticos personales que se disfrazan de comunitarios y géneros? Continuamos presenciando la enormísima paradoja del poder: digo que me doy a ustedes para darme siempre a mí y a los míos, digo que mi proyecto es para todos y abono sólo al proyecto de mi casta, digo que no tengo intereses para así dar auge a mis intereses.

“Yo no me pertenezco a mí: yo soy de ustedes”. “Yo me debo a ustedes”. “Amo profundamente a mi tierra y a mi gente”. “Yo haré lo que digan ustedes”. “Yo debo obedecer al pueblo”. Frases como éstas son proferidas por candidatos y candidatas de cualquier partido, color, país e ideología. Y siempre rezuman esta peculiar mezcla de mesianismo, sentido de entrega proclamada y muy medida calibración entre la humildad que debe proyectarse para públicamente conquistar votos y la superioridad para en privado exigirlos a toda costa.

Cobijados por el pueblo, quienes se sienten elegidos y quienes se sienten rebeldes abanderan la pregunta cuya respuesta está ya adoptada. “No pienso en mis intereses, porque mis intereses son los del pueblo”, “Yo soy ustedes”, “Estamos aquí para juntos decidir qué haremos”. Una historia tantas veces registrada, con las consecuencias que ya todos hemos visto. Recomienza el espectáculo.

Por eso es tan importante aprender a analizar no sólo los discursos sino, aun mejor, los hechos, los bandazos, los cambios de filiaciones partidistas y de proyectos, los titubeos, las proclamas y los silencios, las ausencias y los asomos.

Analicemos también algo quizá inédito: mientras presenciamos el avance de partidos con un perfil muy bien determinado, cabezas de coaliciones, en medio de ellos, en cómodos huecos, como trampolines, están partidos políticos “quicios”, que sirven como sutil pasaporte para llegar a la ideología contraria (si es que hay tal ideología), a la bandera antes oponente.

Está por comenzar el nuevo proceso electoral y, repito, ya empezamos a presenciar el espectáculo: las maromas, la prestidigitación, la magia, el acto de escapismo o camuflaje, la buena gente maldecida con cuerpo de cocodrilo o… los muchos cocodrilos bendecidos con cuerpos de buena gente.




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