Cinema paradiso

Ricardo González.
Ricardo González.

Como les he narrado en artículos anteriores, en mi casa estamos viendo cine en familia y el sábado pasado tocó Cinema paradiso. Una película italiana de 1988, ganadora de un Óscar, la cual estuvo bajo la dirección de Giuseppe Tornatore. Este drama constituye un retrato sentimental de la Italia de la posguerra, además de que … Leer más

Como les he narrado en artículos anteriores, en mi casa estamos viendo cine en familia y el sábado pasado tocó Cinema paradiso.

Una película italiana de 1988, ganadora de un Óscar, la cual estuvo bajo la dirección de Giuseppe Tornatore.

Este drama constituye un retrato sentimental de la Italia de la posguerra, además de que comprende la historia de la sala de cine de una pequeña localidad de la isla de Sicilia.

Supe de la película cuando entrevisté al maestro Ismael Guardado en mis años como estudiante de la licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), cuando colaboraba en una revista de la institución.

El maestro Guardado hizo algunas referencias de las cuales asentí, y en cuanto pude googlee sobre ello, y me dispuse a conocerla.

Desde la primera vez que la vi (la he visto varias veces) me atrapó, fue tal su magnitud que desde ese entonces mis trabajos de titulación de la licenciatura y el inconcluso de la maestría han girado en torno a la magia del cine.

Cinema paradiso nos cuenta la evolución de la sociedad, de las prácticas culturales y sociales que se hacían dentro de la sala.

Los que nacieron antes del 1987 lo sabrán bien. El cine en las comunidades rurales era casi lo único para hacer con el tiempo libre.

La evolución del cine, primero ambulante proyectando en corrales, luego salas enormes, casi al mismo tiempo las videocaseteras y la proyección de películas porno en los cines. Después la televisión por cable hasta que en los 2000 las empresas de multicinemas volvieron al ataque. Ahora las compañías en línea también son competencia.

Pero nada le podrá ganar al olor de las palomitas, los ruidos de la sala, las risas y comentarios hechos en el momento que complementan la película.

Las grandes salas atiborradas, la gente comiendo incesantemente cacahuates tostados y con cáscara, provocando un ruido al unísono, que se convertía en silencio sepulcral al ponerse interesante la película.

El que iba narrando la película a voz alta y le advertía al protagonista cuando el peligro se acercaba. Las galletas saladas con salsa búfalo.

Las tortas de con Lilo, los tacos de árbol. Los que hacían la travesura de meter una botella de tequila. Los que lanzaban escupitajos u otros líquidos humanos a las personas de abajo, aprovechando la oscuridad de la sala.

Los domingos de permanencia voluntaria, donde veías películas de los Almada, de Antonio Aguilar, Cantinflas, Capulina y hasta el final algún estreno.

Las anécdotas de los 80 cuando comenzaron a pasar películas pornográficas, de fulano o el profesor mengano, que pasaban y pasaban por el cine hasta que no hubiera nadie que les viera entrar.

Las anécdotas son de un texto sin publicar que se llama Cine Colonial, es una breve historia del cine en Jalpa, Zacatecas, con el cual me gradué de la licenciatura.

*Profesor UAZ




Más noticias

Ricardo González
Ricardo González
Ricardo González
Ricardo González
Ricardo González

Contenido Patrocinado