Una economía bipolar

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le pasa lo mismo que a varios presidentes de la economía liberal del pasado. La cara financiera de México es muy bonita, pero la cara de la economía real, sencillamente es muy fea. En este caso, las finanzas públicas están en equilibrio, la paridad cambiaria está estable, la deuda … Leer más

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le pasa lo mismo que a varios presidentes de la economía liberal del pasado. La cara financiera de México es muy bonita, pero la cara de la economía real, sencillamente es muy fea.

En este caso, las finanzas públicas están en equilibrio, la paridad cambiaria está estable, la deuda pública no ha crecido en términos reales.

Pero la economía no crece, no se generan suficientes empleos y hay sectores de la industria en problemas.

Es probable que una situación bipolar muy similar hasta ahora la hayamos tenido en el pasado, en el 2001, cuando el Primer Mandatario era Vicente Fox.

Entonces, los indicadores financieros se mantenían estables, pero la economía estaban en franca recesión con un decrecimiento de poco más de 1%.

La economía mexicana de hoy, por más que le choque al Primer Mandatario, se parece mucho a las economías liberales.

El tipo de cambio se ha mantenido estable gracias a la elevada tasa de interés mexicana. 7.5% la tasa de referencia del banco central, contra 1.75% en Estados Unidos y Canadá y de 0% en la Zona Euro.

La inflación está en 3%, en buena medida gracias a la política monetaria restrictiva de Banco de México y, desde luego, a una economía donde la demanda está caída.

La deuda externa no ha aumentado, aunque en este punto hay peligro de que los bonos de Pemex caigan en condición de chatarra, lo que sin duda afectaría también la calificación de la deuda soberana de México.

Por segundo año consecutivo, el gobierno presentó a la Cámara de Diputados un presupuesto con un déficit manejable.
Y habría que agregar que el salario mínimo tuvo la mejor recuperación de las últimas décadas.

El problema está en el sector real de la economía.

La estrategia económica general del Primer Mandatario está claramente equivocada porque es un generador de desconfianza, a tal grado que la inversión tiene una caída del 10% y eso ocasiona que la economía, a septiembre, esté parada y lo más probable es que termine el año con una cifra negativa de entre 0.1 y 0.3%.

Sectores completos, como la construcción y la minería, están colapsados y hasta el sector servicio, que traía cifras positivas, ya se detuvo en el tercer trimestre del año.

Con ello, la generación de empleos formales es la peor de la última década y el famoso plan de infraestructura financiado por el sector privado, lo más probable, es que se mantenga solo en el papel y los discursos o que, si se cumple, represente apenas el 0.71% del PIB, cada año, insuficiente para recuperar el dinamismo económico.

A fin de cuentas, el balance no es bueno porque, aunque la parte financiera tiene buena cara, la parte real ya está deteriorada y pone en peligro incluso la parte financiera.

Si la calificación de los bonos de PEMEX baja más, afectará a la deuda del país y eso podría mover el tipo de cambio.
El equilibrio entre la parte real y la parte financiera está roto y por eso algunos economistas dicen que estamos en una “recesión seca”, con economía detenida, pero con estabilidad cambiaria y sin inflación.

Hasta el próximo lunes y, mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52.

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