El estancamiento llegó para quedarse

La realidad es que la economía mexicana está estancada y con una ligera tendencia a la baja. El año pasado decreció 0.1 en los dos primeros trimestres, respecto a los tres meses anteriores y se mantuvo en cero la última mitad del año. En la medición anual de INEGI, el año terminó con un menos … Leer más

La realidad es que la economía mexicana está estancada y con una ligera tendencia a la baja. El año pasado decreció 0.1 en los dos primeros trimestres, respecto a los tres meses anteriores y se mantuvo en cero la última mitad del año.

En la medición anual de INEGI, el año terminó con un menos 0.1%.

Las razones de esta caída están bien identificadas.

• Un discurso presidencial antiempresa que se ha visto plasmado en acciones específicas, desde la cancelación del NAIM, de las rondas petroleras y de las subastas para comprar energía limpia, hasta el acoso a las farmacéuticas acusándolas de los problemas en el sector salud.

• El desplome de la inversión pública, lo que provocó que la inversión privada también se haya retraído.

• La carencia de obras públicas con excepción de las que determinó el Primer Mandatario y que carecen de rentabilidad y, como en el caso del aeropuerto de Santa Lucía, probablemente también de utilidad.

• La agresividad contra las instituciones independientes desde la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y, más frecuentemente, el INE.

• La ineficacia para enfrentar la inseguridad, que ha producido el año más violento en la historia reciente de México y el hecho de que la violencia está afectando a las actividades productivas. El crimen organizado domina amplias zonas del país y establece cuotas a las empresas de todos los tamaños.

• La debilidad del sector petrolero y la falta de una estrategia clara y convincente para sacar a Pemex de sus dificultades, lo que puede terminar con una caída en las calificaciones de los bonos de Pemex.

• Las decisiones presidenciales salidas de ocurrencias, como el manejo del avión presidencial, hasta lo último, la rifa; la carta a España exigiendo disculpas por la conquista o el rechazo a la marcha por la paz y un largo etcétera.

Ahora existe el intento de presentar un programa para el crecimiento en el que no se involucra ninguna dependencia, Hacienda o Economía, por ejemplo, sino que está a cargo de Alfonso Romo, quien no tiene labor ejecutiva sino ideas que pueden ayudar y a las que nadie ha hecho ni hará caso.

El primer paso para que la economía se recupere sería el cambio del discurso presidencial.

Si eso no se produce, no hay programa que logre una reactivación. La economía se marchita porque la confianza en el futuro se pierde y eso es lo que ha sucedido; por eso la inversión privada está desplomada.

Para este año, es impensable una reactivación. Desde luego, ni pensar en el 1.7% que proyectó Hacienda en su Paquete Económico 2020.

Lo más seguro es que la economía mexicana siga estancada y caminando hacia una recesión, leve al principio, pronunciada después.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en twitter @jerezano52.




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