Solidaridad estudiantil

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Dedicado al Mtro. Hugo Héctor López Baullón, con aprecio y gratitud   Caras preocupadas permearon durante toda la jornada escolar de aquel viernes. El interés puesto a las diversas asignaturas de ese día no lograron diluir el gran pendiente de prepararse para el examen parcial que anunció para el siguiente lunes el maestro de Probabilidad. … Leer más

Dedicado al Mtro. Hugo Héctor López

Baullón, con aprecio y gratitud

 

Caras preocupadas permearon durante toda la jornada escolar de aquel viernes. El interés puesto a las diversas asignaturas de ese día no lograron diluir el gran pendiente de prepararse para el examen parcial que anunció para el siguiente lunes el maestro de Probabilidad. Un catedrático joven, competente y estricto.

La mayoría de los estudiantes tenía problema con la comprensión de los contenidos de la materia. Estaba resultando mucho más difícil de lo esperado.

Cuando terminaron las clases, en lugar de salir cada uno a su casa, de manera natural fueron constituyéndose equipos para estudiar juntos. Uno se organizó para salir a comer y volverse a ver en la biblioteca de la escuela una hora después. Como concurrieron al mismo sitio a tomar alimentos, ahí mismo empezó la discusión sobre cómo abordarían el estudio de las diversas temáticas enlistadas por el profesor. Trabajaron toda la tarde y suspendieron ya entrada la noche para descansar y volver a la tarea la mañana siguiente. Varios foráneos suspendieron su viaje planeado hacia sus lugares de origen, para sumarse al encuentro.

En el salón había permanecido casi la mitad del grupo y agotados por el esfuerzo también se retiraron dándose cita, coincidentemente con el otro conjunto de escolares.

Ése sábado pareció un día hábil, porque hubo una asistencia puntual del 100%, sin que hubiera mediado la intervención directa de alguno de los docentes o del mismo jefe de grupo.

Por supuesto que se sorprendieron de verse todos ahí. Pidieron a José Luis Ordóñez Ruiz que se colocara al pizarrón, porque el consenso sabía que era el compañero que siempre obtenía diez en todos los exámenes.

Con sencillez y apertura de pensamiento ayudó a resolver metódicamente cada una de las situaciones problemáticas que le fueron planteadas. Pretendiendo fomentar la participación de todos, en cierto momento se detuvo argumentando que no había logrado resolver los siguientes ejercicios. Que, si alguien lo había conseguido, era su oportunidad.

Otro condiscípulo participó acertadamente y esa dinámica quedó establecida sin haberlo planeado: el que sabía, enseñaba a los demás. Sin saberlo aplicaron el método pedagógico de aquella legendaria y distinguida Institución de los alumnos de Barbiana, España.

Todos permanecieron trabajando y entraron en sorpresa cuando a las seis de la tarde se hizo presente el maestro de la asignatura, el cual, incrédulo constató la dedicación de sus muchachos. Una de las alumnas más audaces pidió su ayuda en la explicación de un problema al que no habían logrado encontrar forma de abordarlo.

Amablemente tomó el gis, explicó ése y otros planteamientos más.

En base a aplicación y esfuerzo, fue muy alto el promedio general de aprovechamiento de los sustentantes en esa y otras materias, consiguiendo preservar la matrícula.

Eventualmente es posible encontrar instalados ambientes de camaradería, apoyo, ayuda y solidaridad en las escuelas o en diversos centros de trabajo, no sólo educativos, sino también laborales. Implica acciones coordinadas para construir equipos.




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