Síntomas de levantamientos en Zacatecas

Insurgentes zacatecanos, en el mural de Palacio de Gobierno de Zacatecas.
Insurgentes zacatecanos, en el mural de Palacio de Gobierno de Zacatecas.

Buen día tengan todos ustedes, apreciables lectores de esta provincia de Zacatecas y de toda la Nueva España.

Buen día tengan todos ustedes, apreciables lectores de esta provincia de Zacatecas y de toda la Nueva España. Acaba de transcurrir el mes de mayo de este año del Señor de 1810, y aunque existe una aparente calma en la ciudad y su provincia, nos encontramos con la novedad de que existen algunos síntomas de levantamientos populares en esta muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas.

Acabamos de recibir la copia de una carta que envió en días pasados el sacerdote zacatecano, doctor José María Cos y Pérez a su ahijado, el señor capitán don Juan Nepomuceno de Oviedo, donde el primero le informa al segundo que pronostica un inminente estallido armado en esta provincia de Zacatecas. El manuscrito está fechado en San Cosme, el 29 de mayo del presente año de 1810.

El doctor Cos comienza su misiva con los saludos acostumbrados y enseguida expresa que aquí no llueve y que la única abundancia que hay es de fiebres y entierros gratuitos o fiados, de esos que nunca se pagan, que viene siendo lo mismo. Dicho con otras palabras: que Zacatecas sufre sequía, enfermedades mortales y que la gente no tiene dinero para pagar los entierros de sus seres queridos. Esto retrata la triste situación de los habitantes de esta provincia.

Unos renglones más adelante, el doctor Cos le informa a su ahijado que le tiene una gran novedad. Le dice que:
“en Zacatecas hay principios de un fermento terrible contra gachupines. Dos semanas hace que aparecieron en las esquinas pasquines muy insultantes y obscenos, que entre otras cosas decían: ´¡Mueran todos los gachupines; salga esta canalla de forasteros ladrones que han venido a cogerse lo que es nuestro!´, de cuyas resultas, andando esta tarde de paseo una camadita de cajeros, empezó a chiflarlos el pueblo y a insultarlos con dicterios; dentro de un momento se juntó una multitud inmensa de léperos y barreteros, armados con garrotes, cuchillos y piedras, y sin duda, hubieran hecho pedazos a aquellos infelices y la sedición se hubiera declarado, si los pobres insultados, sin chistar y presentando las mayores señas de humildad y abatimiento, no se hubiera refugiado en la iglesia de Chepinque, cuya alameda se cubrió de gente, sin aparecer entre la multitud ningún gachupín. Informado de esto el gobierno, hizo traer santos padres de Guadalupe que en la noche de aquel día se presentaron con un Cristo en la mano, predicando por las plazas y calles”.

El doctor Cos agrega que:
“la inquietud aún no ha calmado, pues una noche en la Plazuela de Villarreal, en medio de la predicación acometió la plebe a un pobre criollo porque se juzgó que era gachupín, de manera que fue necesario que el padre se apeara de la cátedra, sacara a aquel pobre maltratado de entre las garras de los amotinados y siguiera su predicación por las calles. Esa noche se desollaron las espaldas a azotes los predicadores y al día siguiente volvieron a aparecer los pasquines, y entre ellos, uno dirigido a los misioneros y fijado en la puerta de San Agustín, en donde estaban hospedados, que decía: ´Santos padres del acto de contrición de anoche: hemos sacado la resolución de acabar con todos los gachupines; así lo juramos por el Señor de la Parroquia”.




Más noticias


Contenido Patrocinado