Gobernar: conciliar diferencias
La tarea de gobernar es compleja. Entre otras virtudes, precisa saber conciliar (incluso con buen criterio, con sabiduría) diversos intereses de los integrantes de la comunidad.
La palabra “gobernar” proviene del latín “gubernare”: dirigir un navío. “Gubernator” o “cybernator” es el timonel, la persona que dirige el barco. De esas palabras se derivan tanto lo gubernamental como lo cibernético. Ambos términos se refieren a la capacidad de ejercer un control en operaciones determinadas.
La tarea de gobernar es compleja. Entre otras virtudes, precisa saber conciliar (incluso con buen criterio, con sabiduría) diversos intereses de los integrantes de la comunidad, en aras de los más comunes y benéficos. Esto es, los que sean más convenientes para el efectivo provecho de la colectividad.
Gobernar implica no sólo respetar a quienes opinan de modo diferente, sino también fomentar en el entorno ese respeto. A eso se refiere la expresión “cumplir y hacer cumplir” de gobernantes y otros servidores públicos durante sus rendiciones de protesta. La ley implica igualdad, inclusión, tolerancia y respeto irrestricto de todos.
Gobernar implica conciliar diferencias. Implica saber sumar esfuerzos de propios y ajenos. Eso requiere madurez personal y madurez política.
Quien sabe gobernar no polariza gratuitamente, a la primera oportunidad. Se gobierna una sola entidad: esto es, una entidad que debe permanecer unida. En el momento en que se propicia la división, se emite —a querer o no— el mensaje de que se gobierna sólo para la parte de la población con la que el gobernante es afín.
No sabe gobernar quien no sabe trabajar en equipo. No sabe gobernar quien privilegia la venganza por encima del progreso necesario. No sabe gobernar quien presta oídos sólo a un grupúsculo pleno de intereses particulares. No sabe gobernar quien llega al gobierno sólo para buscar el provecho económico o de más poder.
Gobernar implica dialogar, buscar acuerdos. Si el gobernante emite el mensaje de que se trabajará “juntos”, ese “juntos” debe de veras incluir a todos.
La comunidad es una, su destino es uno. Si por su obstinación le va mal al gobernante, a todos nos va mal. Si a todos nos va mal, se desdibuja la figura del gobernante.
Por eso es preciso recordar a los gobernantes que su principal tarea es escuchar. Escuchar a todos, no sólo a quienes suelen secuestrarle el oído.