Personeros en la política

Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.
Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.

Un Personero es el comúnmente llamado procurador, porque representando la persona de otro, procura y solicita la expedición del negocio ajeno, introduce la defensa del pleito o consecución de algún derecho. De acuerdo a esta definición, el personero requiere, para el ejercicio de su encomienda, el nombramiento del representado, con la precisión del alcance de … Leer más

Un Personero es el comúnmente llamado procurador, porque representando la persona de otro, procura y solicita la expedición del negocio ajeno, introduce la defensa del pleito o consecución de algún derecho.
De acuerdo a esta definición, el personero requiere, para el ejercicio de su encomienda, el nombramiento del representado, con la precisión del alcance de las facultades y atribuciones, y según la formalidad con la que se otorgue el nombramiento y su finalidad, puede ser designado en escritura pública otorgada ante fedatario, en escrito privado, o hasta de manera verbal.
En el medio político hay algunos que actúan con nombramiento escrito, que son regularmente los funcionarios, de conformidad con las leyes orgánicas, pero en la práctica, y a esos me quiero referir, hay una gran variedad de personeros que actúan sin nombramiento escrito, como defensores, aduladores, golpeadores, críticos, “lambiscones” y muchos otros que actúan de manera oficiosa, mejor conocidos como queda bien, representando a dirigentes de partidos políticos o grupos de políticos de todas clases.
Así, la personería, junto con los privilegios, la corrupción, el abuso, el chisme y otras malas artes, es una de las cuestiones que denigran el ejercicio de la política en los Partidos y en el ámbito de la política y hacen de una actividad que debería ser ejemplar, algo aberrante y vergonzoso, porque se pasa de lo bello a lo feo y de lo ridículo a lo vulgar.
Muchos de esos personeros mediocres, escasos de inteligencia y de visión, se valen de los aplausos para escalar posiciones sin mérito alguno, desplazando a la gente que tiene méritos suficientes para servir y crear confianza. Lastimosamente vemos que personajes que alcanzaron posiciones elevadas sin tener méritos, con tal de seguir recibiendo apoyos, se sitúan en calidad de personeros llevando mensajes, alabando, difundiendo rumores o provocando miedo, al servicio de otros, pero son plenamente identificados y cuando la gente los ve, les sacan la vuelta o los recibe con reserva, porque sabe que alguna encomienda no buena traen.
Es necesario un cambio radical e inmediato para hacer a un lado a esos politiqueros, miopes políticos, de mentes ligeras, pero de ambiciones desmedidas y personales, y propiciar que a las estructuras de partido y de gobierno lleguen los verdaderos dirigentes, líderes, trabajadores, con vocación de servicio, con solidaridad y sensibilidad y capacidad para el cargo.




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