Rumores y punto final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

Vivimos la época dorada del rumor, aunque siempre ha existido y ha sido parte de la vida social y elemento permanente de nuestra comunicación colectiva y personal, nunca antes los rumores se habían diseminado con tanta rapidez y facilidad como en la actualidad gracias a las redes sociales. Antes de la aparición de las redes … Leer más

Vivimos la época dorada del rumor, aunque siempre ha existido y ha sido parte de la vida social y elemento permanente de nuestra comunicación colectiva y personal, nunca antes los rumores se habían diseminado con tanta rapidez y facilidad como en la actualidad gracias a las redes sociales.

Antes de la aparición de las redes sociales, sólo los gobiernos tenían poder y amplios recursos para diseminar exponencialmente un rumor. Hoy cualquier persona con acceso internet y conocimientos básicos sobre redes y hashtags, tiene más posibilidades y ventanas para viralizar un rumor que la mayoría de los gobiernos hace 30 años.

Aunque la velocidad para propagar rumores ha crecido geométricamente, las características de los rumores y sus fines son los mismos de siempre.

Desde su aparición y hasta hoy, los rumores se transmiten de boca en boca (de muro en muro), y al multiplicarse, tienden a ser más imprecisos y distorsionados con el hecho real.

Siempre supuestamente transmiten “información” privilegiada y van sobre alguna persona en específico.

Finalmente, “el rumor siempre satisface”; generar rumores crea bienestar en quien los distribuye y en quien los lee.

Regularmente estos tienen un interés particular, lo curioso es que, quienes los consumen, se satisfacen porque en los rumores encuentran información que confirma sus creencias.

Sea cual sea el fin del rumor, para que sea bueno tiene que ser simple y pegajoso. Simplificar todo, invocar complots, deshonestidad y pagos.

Entre más lejos esté de la información confirmada, más puede distorsionar la realidad, si se le agregan nombre y números puede ser más efectivo, pero nada más eficiente que sea apegado a los miedos culturales o traumas históricos de la sociedad.
Vivimos la época dorada del rumor y no podemos creer que su expansión se contenga o deje de ser atractiva.

En un ejercicio de ética personal, lo más que podemos hacer es evitar el chisme sin sustento, o si de plano el rumor es muy atractivo, valdría la pena preguntarnos a quién beneficia que se disemine, quién gana con que todos creamos esa versión o información.

Punto Final

Muchas gracias a Kybernus por su amable invitación al foro virtual: Trabajo, economía y turismo que se celebra mañana jueves.




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