Muerte y Punto Final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

A diferencia de otros años no he oído ni visto la acostumbrada algarabía por celebrar el Día de Muertos, las risas son escasas y la burla a la calaca casi inexistente. No es para menos, la pandemia por el Covid 19 y la crisis de seguridad han traído una oleada de decesos enorme, me atrevo … Leer más

A diferencia de otros años no he oído ni visto la acostumbrada algarabía por celebrar el Día de Muertos, las risas son escasas y la burla a la calaca casi inexistente.

No es para menos, la pandemia por el Covid 19 y la crisis de seguridad han traído una oleada de decesos enorme, me atrevo a decir que inédita desde la Revolución Mexicana.

Al momento de redactar la presente, el gobierno federal reconoce 895 mil casos positivos y casi 90 mil muertos por Covid, pero, de acuerdo con estimaciones de expertos independientes, la cifra fácilmente sería tres veces mayor, lo que arrojaría más de 270 mil muertes.

Si a esto sumamos los más de 30 mil muertes violentas en lo que va del año, rondamos los 300 mil muertos por “coyuntura extraordinaria”.

Este año, prácticamente todos los mexicanos hemos sentido en carne propia la muerte de al menos un conocido o familiar; en mi caso, no recuerdo un año con más conocidos o amigos fallecidos.

Tal vez por eso, este año no celebramos tanto la muerte o el Día de Muertos, sencillamente porque la estamos padeciendo.

La muerte como las caídas, defectos y errores son graciosos, siempre y cuando sean ajenos.

La muerte será motivo de burla siempre y cuando sea genérica, cuando su rostro sea el de una calaca y no el de un ser querido, en cuanto esa “muerte” asume rostro humano deja de ser carnavalesca.

Cuando muere algún afecto dejamos de ignorar la muerte ajena, para recibir de un solo golpe todos los duelos a los que fuimos indiferentes o festivos, y sentir que todos aquellos difuntos son el nuestro.

En lo particular las celebraciones (que no festejos) sobre la muerte en México son en esencia y en apariencia una extensión de la nostalgia por los que se fueron, un intento por acercarnos a los ausentes definitivos; no son festejos ante la muerte, son rebeldías ante la vida; melancolías por extender las manifestaciones de afecto que quedan truncas ante la muerte.

Nuestros muertos nos humanizan, no nos reímos de la muerte, nos reímos de personajes lejanos, genéricos y sin lazos afectivos; cuando queramos a esa figura dejará de ser alegórica.

 

Punto Final

El problema emocional de la muerte no es que no llegue, es que sobrevivamos las ajenas.




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