Humor y Punto Final
La semana pasada escribí sobre la corrección política y la misión imposible de hacer comedia sin que alguien resulte ofendido por sus bases y elementos, al exagerar, ridiculizar o señalar errores. Invariablemente habrá a quien le quede el saco o buscará ajustárselo. A partir del texto recibí muchos comentarios, pero me llamaron la atención aquellos … Leer más
La semana pasada escribí sobre la corrección política y la misión imposible de hacer comedia sin que alguien resulte ofendido por sus bases y elementos, al exagerar, ridiculizar o señalar errores. Invariablemente habrá a quien le quede el saco o buscará ajustárselo.
A partir del texto recibí muchos comentarios, pero me llamaron la atención aquellos que afirmaban que la comedia o el humor solo podían hacerse si eran sobre uno mismo, si no se señalaba a terceros.
Pero ni así, si alguien con obesidad hace chistes sobre su sobrepeso, una persona con la misma condición podría ofenderse porque se ríen de un rasgo o condición que él también posee.
Motivos o pretextos para ofenderse y buscar la censura del humor siempre habrá y si no se inventarán con facilidad.
También es notorio que algunos se mostraron a favor de la censura y la “clausura” del humor debido a que poco abona al desarrollo y armonía social. Difiero. El humor y la sátira humanizan al exagerar, señalar errores o vicios. Nos recuerda que somos humanos, que por poderosa que sea la persona sigue siendo un ser humano como todos nosotros.
Por eso, a los dictadores, a los que se sienten iluminados, infalibles o únicos les molesta el humor, porque a través de las exageraciones o el señalamiento de sus errores les recuerda que no son únicos ni intocables.
El humor suele ser más influyente y poderoso que las leyes y tradiciones; veamos cómo en los últimos años en nuestro país los comediantes han sido más críticos que los intelectuales, más efectivos para señalar que los partidos políticos y más influyentes que los propios políticos.
Recordemos cómo las caricaturas sacuden más escritorios que los exhortos o peticiones; en los tiempos del totalitarismo, el único reducto de libertad ha sido el humor. Los bufones eran los únicos que podían decirle sus verdades al monarca.
En tiempos de crisis y crispación, una de las pocas válvulas de escape ha sido el humor, no se trata únicamente de reír, el humor cumple con una invisible, pero muy sentida función social; la de señalar.
Punto Final
Decía George Orwell: “La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”.