Nuestra pandemia

Los últimos dos meses han sido un laboratorio social sin precedentes en nuestra historia, en el contexto de las dinámicas que se han impuesto a partir de la pandemia generada por el Covid-19. La sociedad mexicana del siglo 21 es el resultado de dos grandes procesos culturales: la Independencia y la Revolución Mexicana. Estos dos … Leer más

Los últimos dos meses han sido un laboratorio social sin precedentes en nuestra historia, en el contexto de las dinámicas que se han impuesto a partir de la pandemia generada por el Covid-19.

La sociedad mexicana del siglo 21 es el resultado de dos grandes procesos culturales: la Independencia y la Revolución Mexicana. Estos dos sucesos se definieron a partir de una Constitución que dio origen a instituciones, a un sistema de gobierno y todo un entramado jurídico que debería no solo conducir a la sociedad a relaciones armoniosas.

En ambos procesos se puso el acento para elevar al individuo a sus virtudes más altas a través de valores cívicos como el conocimiento y acatamiento de la ley, la solidaridad, el bien común, el respeto la libertad, entre otros. Estos valores debieron arraigar que el debate político configura al ciudadano del siglo 21.

Sin embargo, la pandemia del Covid-19 acentuó las desigualdades sociales, las grandes desventajas de la economía informal, su vulnerabilidad social como unidad económica y la precariedad de quienes viven de ella. Pero frente a una pandemia, sin vacuna inmediata y con un desconcierto de cómo enfrentarla a nivel global, se optó por lo básico (confinamiento, medidas ordinarias de limpieza, reducción de movilidad y reglas elementales de convivencia).

La respuesta nos ha dejado con desconcierto, pena e indignación frente a una pandemia. La contestación de la sociedad, ha sido en algunos grupos sociales la indiferencia, el temor (en el sector más vulnerable que necesita salir para sobrevivir), la desobediencia e incluso el reto a las normativas, lo que significa la ausencia de civilidad para adecuar nuestra conducta a una situación excepcional.

En ese sentido, vale cuestionarse la poca interiorización de los valores de convivencia mínima, ello refleja las omisiones de un modelo educativo que no forma para esta convivencia, pero también es evidente la falta de autoridad coercitiva del Estado. En ambos casos, el ciudadano muestra su disidencia y rechazo a esta institución. En ese escenario, ¿qué tipo de ciudadano se ha formado en México en los últimos 40 años?

Nota: Nuestra pandemia es la ausencia de civilidad que se trasmite como el Covid-19; es altamente contagiosa, todos los sectores sociales son susceptibles, pone en crisis sistémica al organismo (Estado) y finalmente lo mata por sus enfermedades crónicas.

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