No subestimemos lo propio

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Asistí a la celebración del cumpleaños de un amigo, la fiesta campirana fue amenizada por un grupo musical que se hace llamar “Los Infames de Chupaderos”, los comensales comentamos con admiración el repertorio de canciones, (me llegó al alma una que nunca había escuchado: “Pescadores de Ensenada”) y me puse a pensar sobre cómo se … Leer más

Asistí a la celebración del cumpleaños de un amigo, la fiesta campirana fue amenizada por un grupo musical que se hace llamar “Los Infames de Chupaderos”, los comensales comentamos con admiración el repertorio de canciones, (me llegó al alma una que nunca había escuchado: “Pescadores de Ensenada”) y me puse a pensar sobre cómo se desperdicia el talento local en la programación de las festividades regionales, ferias y festivales.

Las presentaciones personales en la industria del espectáculo perdieron el auge de otras épocas, al grado que a los artistas de moda ya casi nada más los contratan los gobiernos para sus ferias y los narcos para sus cumpleaños.

Bastiones del espectáculo como Televisa y Tv Azteca han cancelado contratos, suprimido “exclusividades”, antes recorrían el país y el continente americano elencos patrocinados por marcas cerveceras y vinateras que permitieron a muchos conocer a “los grandes”. Todavía conocí relatos emocionados de la algarabía que produjo en la ciudad la visita de Pedro Infante con motivo de una presentación en un espacio de la avenida Hidalgo de la ciudad de Zacatecas. Hasta los bailes estudiantiles se engalanaban con orquestas como la de Pérez Prado, así como Luis Arcaráz y todavía me tocó bailar al ritmo melodioso de Juan… pero eso ya es historia. La televisión se generalizó y las series y películas extranjeras le quitaron la vitrina a las figuras nacionales del espectáculo y el negocio de las presentaciones personales entró en franca decadencia aunque los gobiernos siguen dedicando significativos recursos públicos a dichas presentaciones, completando el cuadro con el patrocinio total o parcial de corridas de toros y de equipos deportivos profesionales.

Revalorar lo local

Las ferias y festivales pueden costar menos y redituar más si cambiamos de mentalidad y revaloramos lo local en su multiplicidad de manifestaciones.

En Nochistlán y otros municipios zacatecanos existen grupos de mariachis que le dan las buenas y las malas al que se ponga enfrente. Ojocaliente y Fresnillo poseen cada uno, bandas sinfónicas sobreviviendo gracias al tesón de sus miembros. En la penuria total, Juan Aldama tiene un ballet folklórico de calidad reconocida. En mis tiempos mozos, en la cantina era un deleite escuchar a “Felitos” tocar su violín y a don Ángel acompañar con el arpa sus corridos revolucionarios con la letra original (El Instituto de Antropología e Historia grabó su legado), el trío del “Galleta” con el que mi generación daba serenatas, etcétera.

A lo largo y ancho del estado se cultivan géneros musicales en toda su variedad, tenemos tamborazos, bandas norteñas, roqueros, música pop, sinfónicas, cuartetos de cuerdas, mariachis, pianistas, y desde luego nuestra gloriosa Banda del Estado.

Las instituciones educativas generan músicos, bailadores de folklore, grupos de teatro, poetas, declamadores, pintores, escultores, artistas de la cantera y demás artesanías, deportistas aficionados, todos sobreviviendo como Dios les da a entender.

La revaloración de lo local es una estrategia vitalizadora del turismo, la gente acude a conocer lo distinto, no lo que ve todos los días, el mercado mundial del turismo es una competencia entre singularidades: los flujos de visitantes son convocados por lo local de lo que se visita, no por lo que se encuentra en cualquier parte del mundo; Brasil es un imán por su carnaval al ritmo de samba, Egipto por sus pirámides y Oaxaca por la Guelaguetza.

La seguridad, la calidad del hospedaje, restaurantes, transporte y precios hacen la parte complementaria en los sitios turísticos que ofrecen lo propio al mundo, trátese de Chichén Itzá o de las playas del Pacífico, de los pueblos con historia y arquitectura preservadas.

Entendemos mal la globalidad si dejamos que nos tape los ojos para no valorar lo propio, lo que somos y lo que queremos ser. Refirmar la importancia de lo local nos permite admirar sin enajenación lo logrado por otras culturas, son los complejos pueblerinos los que inducen al desprecio de lo local.

Lo que ayer daba votos, hoy los quita, se rechaza la política de “tirar la casa por la ventana” en la que incurrieron reiteradamente los gobiernos para después heredar deudas que crecieron hasta volverse inmanejables.

Lo que somos y lo que queremos ser

Lo que llama la atención es que nadie de los que están en condiciones de hacerlo, promueve un enfoque distinto, realista y supervisado para revalorar lo local ante la insostenible política de contratar “figurones”, es hora de ventilar la necesidad de hacerlo procurando el equilibrio, es decir, no cancelar todas las presentaciones personales altamente retribuidas, pero asegurando el componente local, también es hora de revisar con lupa estos negocios.

La revaloración de lo local es una necesidad en todos los órdenes, conociendo lo que somos lograremos, lo que queremos ser.

Nos encontramos el jueves en El Recreo




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