¡No más racismo!

José Luis Guardado Tiscareño.
José Luis Guardado Tiscareño.

Estados Unidos de América, el país que ha logrado imponer en el mundo, sobre todo occidental, una idea referencial sobre su papel a seguir como ejemplo de las libertades, los derechos individuales y la democracia; su poderío económico y militar le ha permitido convertirse en la potencia mundial, capaz de imponer sistemas, ideologías y formas … Leer más

Estados Unidos de América, el país que ha logrado imponer en el mundo, sobre todo occidental, una idea referencial sobre su papel a seguir como ejemplo de las libertades, los derechos individuales y la democracia; su poderío económico y militar le ha permitido convertirse en la potencia mundial, capaz de imponer sistemas, ideologías y formas de gobierno, pero también de consumo. Para millones de latinoamericanos este “país de oportunidades” a encarnado su “sueño americano” para una vida mejor.

Durante los últimos días en diversas ciudades de los Estados Unidos, ha ocurrido una serie de manifestaciones que para muchos son motivo de sorpresa; ante el asesinato de George Floyd, un afroamericano que fue arrestado por supuestamente intentar pagar en una tienda con un billete falso de 20 dólares y que murió en manos de un agente policiaco, que en un evidente exceso de la fuerza terminó con la vida del que hoy se ha vuelto un referente más del racismo y odio que existe y prevalece de manera tan estructurada e identitaria en el país del norte.

Las protestas que hoy reaparecen dejan al descubierto un sistema cultural, económico, político y social que ha convertido al racismo en algo tan natural y normal que muchas veces logra pasar desapercibido; lamentablemente no solo en EUA, sino en muchos otros países, donde México no es la excepción.

Tal situación sigue conservándose y reproduciéndose desde hace cientos de años; la violencia, marginación y falta de oportunidades que se ejerce en contra de la comunidad negra hoy vuelve a motivar grandes movilizaciones y protestas sociales, hoy vuelven a ser motivo de reflexión y discusiones, el debate en torno a esta lamentable realidad vuelve a ponerse en la mesa, desafortunadamente este debate reaparece con una vieja y lamentable característica, pues las posturas racistas vuelven a ser respaldada e incluso inspiradas por el gobernante en turno.

Para nadie debe ser sorpresa las tendencias xenófobas y racistas del Presidente Donald Trump, sin embargo, el reconocerlas no deja evita que se le teman, pues terriblemente encuentra eco en todavía una buena parte de la comunidad estadounidense, el mismo discurso de odio se esgrima en contra de la comunidad negra, pero también en contra de las mujeres, de los pobres, de los homosexuales, de los latinos y de otras culturas o nacionalidades, pues donde existe el odio y segregación como manera de relacionarnos como sociedad es imposible esperar un discurso o un mensaje de reconciliación.
El discurso de Trump con motivo de las protestas y manifestaciones sociales, que ni si quiera vale la pena citar, pero que se da como jefe de Estado y presidente de la nación más poderosa del mundo, debería ser motivo de atención, pues callar ante ellos como personas, sociedad o naciones nos pueden llevar a desafortunadas complicidades que terminen por repetir los excesos y brutalidades del pasado.

El racismo es uno de los grandes problemas que es tan fácil de reconocer como de ignorar, pues de por medio esta el miedo de ser tratados de manera denigrante o peor aun de suponernos superiores y mejores que otros. El racismo, como el machismo y la homofobia, son construcciones sociales que se promueven desde la niñez entre nuestros círculos familiares y sociales más próximos. Es por ello, que tales estigmas pueden y deben ser modificados urgentemente con miras a construir una mejor sociedad.

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