Las redes “odiosas” y Punto Final

Pablo Torres Corpus.
Pablo Torres Corpus.

Las campañas políticas siempre han sido detonantes para la exaltación de ánimos y la resucitación de rencores. Sin embargo, a partir de la aparición y popularización de las redes sociales, los ánimos se han crispado aún más. Es normal, es lógico, al haber más personas con la posibilidad de ser oídos, leídos o vistos las … Leer más

Las campañas políticas siempre han sido detonantes para la exaltación de ánimos y la resucitación de rencores.

Sin embargo, a partir de la aparición y popularización de las redes sociales, los ánimos se han crispado aún más.

Es normal, es lógico, al haber más personas con la posibilidad de ser oídos, leídos o vistos las opiniones se pluralizan y masifican; sí a lo anterior agregamos el perverso incentivo del anonimato la tentación es mayor y las consecuencias mínimas.

En 2012, las redes sociales fueron importantes, pero apenas representaban el 40% de lo que hoy soy, en 2015 vivimos la primera campal entre simpatizantes y bots, en la elección zacatecana de 2016 se notó la sofisticación de simpatizantes virtuales.

Para 2018 quedó de manifiesto que las redes sociales eran igual y en algunos casos más influyentes que los medios tradicionales.

Las elecciones de este año habrán de confirmarlo y nosotros de soportarlo, el hervidero virtual será inédito.

La pandemia e imposibilidad de hacer actos públicos masivos les dará a las redes un peso extra con todo lo positivo, pero, también negativo que esto significa.

Nos van a saturar sí, el odio anónimo, pagado o por encargo será cosa de todos los días, la polarización será normal.

¿Podemos blindarnos? No. Pero sí podemos resguardarnos un poco evitando caer en las provocaciones y promoción de los perfiles anónimos, no verificables. Si, esos que tienen fotos de caricaturas, famosos, que no se puede saber quién es, pero sólo se dedican a golpear.

A los surgidos de la noche a la mañana con pocos seguidores y mucho odio, lo mejor que podemos hacer es bloquearlos, borrarlos o denunciarlos. Todo depende de su rijosidad y salvajismo.

Habrá miles dispuestos a indignarse por todo, a reclamar por todo, de nosotros depende el eco y caso que se les haga.

Durante y al final de las elecciones habremos de habitar el mismo espacio, gozar o padecer de nuestra decisión, de nosotros depende si con amigos o de malas.

Punto Final

Carlos Denegri, fue un periodista que vivía de extorsionar a los personajes públicos de su época, cobraba por decir o no decir. Traicionó a cuanto amigo o cercano tuvo, todo por el “chayote”, no conoció ni reconocía afecto. Una verdadera escoria, pero al menos, tenía buen gusto.




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