Las fuentes que han desaparecido en El Mineral

Carlos López Gámez.
Carlos López Gámez.

Las referencias históricas que reseñan una serie de interminables problemas que ha padecido y, aun padecen los habitantes de esta población, son los derivados a la ausencia del agua tanto para consumo humano como para uso doméstico. Estos datan precisamente desde sus orígenes. En torno al preciado líquido, la ironía hace acto de presencia. El … Leer más

Las referencias históricas que reseñan una serie de interminables problemas que ha padecido y, aun padecen los habitantes de esta población, son los derivados a la ausencia del agua tanto para consumo humano como para uso doméstico. Estos datan precisamente desde sus orígenes.

En torno al preciado líquido, la ironía hace acto de presencia. El primer nombre propio de este paraje es: “Aguas del Fresnillo”. Aceptable de igual manera otro: “Ojos de Agua del Fresnillo”.

La explicación lo clarifica: los primeros aventureros españoles al pasar por este paraje en la bitácora de viaje registran la existencia de innumerables mantos acuíferos de donde brotaba agua y la existencia de una laguna (ciénaga); en las cercanías un pequeño fresno.

Los primeros mineros que explotaban las minas del cerro de Proaño, simultáneamente las Minas de San Demetrio (Plateros), establecieron sus rústicas haciendas de beneficio en el centro de la actual población, aprovechando más que nada la existencia de los numerosos mantos acuíferos para labores mineras y consumo humano.

Conforme crecía el asentamiento minero abundaron las demandas de los más imprescindibles servicios, entre ellos el abasto de agua para uso doméstico, caminos y seguridad. Los primeros sistemas de abasto fueron los ojos de agua, luego los pozos y norias.

Estas últimas aún en servicio. El líquido, elemento que se extrae de los pozos, sigue abasteciendo a la comunidad en tiempo de crisis.

Las primeras fuentes de agua aparecieron por el siglo XVIII. Se distribuyeron en lugares estratégicos, por ejemplo en plazas públicas o en jardines.

Podemos afirmar que fue el primer sistema de abasto popular. Una de estas fuentes se ubicaba en la llamada plazuela del Maíz (Jardín del Obelisco).

Al lugar acudían amas de casa con cantaros para llevar agua a sus hogares; sin embargo, lo demolieron en 1883 para construir el Obelisco.

Otra de las fuentes, de acuerdo a las citas, se localizaba frente a la Escuela de Párvulos (Asilo de Ancianos). En la plaza donde se levantaría el primer jardín a Hidalgo había otra fuente; la primera de ellas se abastecía de agua a través de canales de barro recocido que provenía del pozo de la Rueda que a la vez era administrado por el municipio.

En el recorrido hecho por el tiempo, en este caso, para mencionar la existencia de norias y pozos de donde se abastecía el pueblo de agua para uso doméstico y para saciar la sed, se encontraron evidencias de algunos de ellos.

En la calle del Tropezón, callejón 5 de Mayo y rinconada de la plazuela de la Cruz del Descanso.

De hecho, en toda la población había pozos y norias, su origen es por la existencia de mantos acuíferos en la mancha urbana citadina.

Por la calle Delicias, la plazuela ubicada entre las calles Analco y Alegría, en el Mesón de Trujillo por la calle de la Atarjea, hoy Abasolo, por las huertas del Palo Verde, Huerta de doña Prisciliana, calle Pino Suárez, entre otras.

Aparte de las fuentes de abasto de agua a la comunidad, en domicilios particulares principalmente, a finales del siglo XIX y principios del XX, existían fuentes decorativas que almacenaban agua.

El agua entubada empieza a ser factible a partir de 1897 y el primer sistema municipal de Agua era el Laguna Blanca en 1949; después llegó el Pardillo en los 50 y hasta 1980 Carrillo, que con infinidad de complicaciones abastecen de agua a la creciente y demandante población.

A principios del siglo XX se localizaba una fuente de agua en la plazuela de Guadalupe frente al atrio de la Purificación.
En años más recientes, al jardín del Obelisco le construyen tres fuentes; una de corta existencia en torno a la columna de cantera (Obelisco); dos más aparecieron, una frente al teatro Echeverría y otra en la esquina del jardín y calle Oriente. En el presente de integran así por así cuatro espectaculares fuentes-cascadas que ¡no funcionan!

Por si fuera poco, al jardín Madero le incrustan dos extrañas fuentes, una al oriente del kiosco y otra la poniente, pero ninguna funciona.

En el Atrio de la Purificación se construyó otra fuente cerca del fresno, pero no funciona porque le robaron el sistema para arrojar agua. Otra está en la Alameda, no sirve tampoco.

En el hemiciclo a Hidalgo residentes franceses donaron una elegante fuente decorativa, durante años funcionaba; sin embargo, este jardín fue vandalizado con obras de “remodelación” y la fuente desapareció.

Otra estaba en la plazuela frente a la antigua presidencia, fue destruida por eufóricos manifestantes en diciembre de 1958.
En el pasaje peatonal del Centro Histórico hasta hace pocos años lucía imponente una fuente. Sin embargo, desapareció recientemente.

Este es un breve relato de la interminable exterminación del patrimonio histórico municipal.

Actualmente hay fuentes como la del jardín Madero que no funcionan y a las que no se les da mantenimiento. / Foto: Cortesía.



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