La necesidad de mejorar la formación normalista

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Hace pocos años, Bertha Fortoul Olivier recalcó que “en el ámbito nacional se va avanzando muy lentamente en el camino de romper la visión instrumentalista de la docencia, para dar pasos incipientes hacia una crítica”. Sobre todo en el normalismo, se hace necesaria la cimentación de una andragogía que complemente a la nueva pedagogía, y … Leer más

Hace pocos años, Bertha Fortoul Olivier recalcó que “en el ámbito nacional se va avanzando muy lentamente en el camino de romper la visión instrumentalista de la docencia, para dar pasos incipientes hacia una crítica”.

Sobre todo en el normalismo, se hace necesaria la cimentación de una andragogía que complemente a la nueva pedagogía, y aquélla puede estar en los nuevos perfiles de los profesores, formados para ser más investigadores y menos tradicionalistas, conductistas e impositivos de lo que se ha de producir en clases.

Postulan Díaz Barriga y Hernández que para ser profesor no es suficiente con dominar una materia o disciplina. De hecho, un profesional de la docencia “debe ser capaz de ayudar propositivamente a otros a aprender, pensar, sentir, actuar y desarrollarse como personas”.

La visión que ahora debe prevalecer es la de tomar el conocimiento legado por generaciones anteriores no como objeto de adoración o pasiva observancia, sino como algo modificable, sujeto a un enriquecimiento que surja de quienes ahora podemos detentar la responsabilidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje.

En el documento de referencia de la cuadragésima octava reunión de la Conferencia Internacional de Educación de la Unesco, celebrada en Ginebra en 2008, se insiste en que en la formación de los docentes se privilegia “transformar los resultados relevantes de la investigación en prácticas eficaces de enseñanza”.

Se precisa, más que un sistema educativo, uno magisterial que permita y obligue a validar conocimientos y métodos eficaces para entonces incorporarlos a la dinámica cotidiana en las escuelas, tecnológicos, politécnicos y universidades.

El Acuerdo 649, por el que se establece el plan de estudios para la formación de docentes de educación primaria, consigna que “las contribuciones de las ciencias de la educación, pedagogía, psicología, historia, filosofía, antropología, economía, entre otras, sus enfoques y formas de proceder deberán sustentar permanentemente la actualización de los currículos de la educación normal”.

Persiste, entonces, la necesidad de mejorar la formación de futuros docentes. Mantener una muralla entre el normalismo y las demás disciplinas de la formación en la educación superior continuará manteniendo a la zaga a los generadores del conocimiento formal, sobre todo en los primeros años de formación de las generaciones inmediatas.




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