La mujer y los Derechos Humanos

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

El artículo 1º de la Constitución Mexicana establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia norma fundamental y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, y expresamente establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, … Leer más

El artículo 1º de la Constitución Mexicana establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia norma fundamental y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, y expresamente establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.

Como vemos, esta disposición ordena a las autoridades a establecer políticas públicas que protejan y garanticen los derechos humanos, pero la realidad que vivimos a diario nos ausencia de una estrategia orientada a crear una cultura del respeto a los derechos humanos, particularmente con relación a las mujeres, que día con día sufren discriminaciones, ataques, acosos, violencia, tanto en el seno familiar como en el trabajo, en las escuelas y universidades, en la calle, en las instituciones de salud, y en los diversos grupos sociales.

Como vemos, esta disposición ordena a las autoridades a establecer políticas públicas que protejan y garanticen los derechos humanos, pero la realidad que vivimos a diario nos ausencia de una estrategia orientada a crear una cultura del respeto a los derechos humanos, particularmente con relación a las mujeres, que día con día sufren discriminaciones, ataques, acosos, violencia, tanto en el seno familiar como en el trabajo, en las escuelas y universidades, en la calle, en las instituciones de salud, y en los diversos grupos sociales.

Tanto las normas jurídicas como las morales, las religiosas y del trato social, se preocuparon por sancionar duramente el robo, el fraude, el engaño y hasta el abigeato y los delitos contra el estado, pero poco se preocuparon en sancionar los malos tratos en el hogar, en la familia, en la escuela, en el ámbito laboral y social, y en impulsar una cultura de respeto a la mujer, y por ello ha tenido que salir a la calle a protestar; a gritar, a exigir, que se le sitúe en el lugar que le corresponde, que no es nada más, ni nada menos, que la igualdad ante la ley.




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