La mujer y los Derechos Humanos
El artículo 1º de la Constitución Mexicana establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia norma fundamental y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, y expresamente establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, … Leer más
El artículo 1º de la Constitución Mexicana establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia norma fundamental y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, y expresamente establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.
Como vemos, esta disposición ordena a las autoridades a establecer políticas públicas que protejan y garanticen los derechos humanos, pero la realidad que vivimos a diario nos ausencia de una estrategia orientada a crear una cultura del respeto a los derechos humanos, particularmente con relación a las mujeres, que día con día sufren discriminaciones, ataques, acosos, violencia, tanto en el seno familiar como en el trabajo, en las escuelas y universidades, en la calle, en las instituciones de salud, y en los diversos grupos sociales.
Como vemos, esta disposición ordena a las autoridades a establecer políticas públicas que protejan y garanticen los derechos humanos, pero la realidad que vivimos a diario nos ausencia de una estrategia orientada a crear una cultura del respeto a los derechos humanos, particularmente con relación a las mujeres, que día con día sufren discriminaciones, ataques, acosos, violencia, tanto en el seno familiar como en el trabajo, en las escuelas y universidades, en la calle, en las instituciones de salud, y en los diversos grupos sociales.
Tanto las normas jurídicas como las morales, las religiosas y del trato social, se preocuparon por sancionar duramente el robo, el fraude, el engaño y hasta el abigeato y los delitos contra el estado, pero poco se preocuparon en sancionar los malos tratos en el hogar, en la familia, en la escuela, en el ámbito laboral y social, y en impulsar una cultura de respeto a la mujer, y por ello ha tenido que salir a la calle a protestar; a gritar, a exigir, que se le sitúe en el lugar que le corresponde, que no es nada más, ni nada menos, que la igualdad ante la ley.