Las bibliotecas se levantan

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Antes de la acción está la noción. Lo que hacemos con algo depende del concepto que tenemos sobre ello. Se otorga dirección a partir de una base: una convicción o al menos un concepto. También puede guiar, incluso, un interés. A fin de cuentas, es siempre la dinámica guiada por lo que está en el … Leer más

Antes de la acción está la noción. Lo que hacemos con algo depende del concepto que tenemos sobre ello. Se otorga dirección a partir de una base: una convicción o al menos un concepto. También puede guiar, incluso, un interés. A fin de cuentas, es siempre la dinámica guiada por lo que está en el pensamiento (creencia o simple ambición).

En el caso de las bibliotecas, muchos entendemos el momento histórico tan decisivo por el que atraviesan. Esta época exige cambio de paradigmas. Vivimos la consigna de renovarnos o morir, cerrar una etapa de cumplimiento a la sociedad o generar alternativas para servirle mejor.

Lo que ahora hacemos con nuestras bibliotecas tiene mucho que ver con qué buscamos para ellas (y sus usuarias y usuarios) en el futuro inmediato. Ellas son centros que albergan recursos tanto educativos como culturales. Las bibliotecas con las que estamos trabajando son centros de servicio públicos, gratuitos, democráticos, inclusivos, laicos y de equidad.

El camino ahora es la adaptación. No son las bibliotecas enemigas de la tecnología: por el contrario, se sirven de ella para ofrecer modos más atractivos de abordar la lectura.

El camino ahora es la autodidáctica. Las videoclases que llegaron con la pandemia han venido a confirmar que los nuevos formatos tienen mucho para dar entre nosotros.

¿Por qué tuvimos que relegar a las bibliotecas públicas, por qué las jubilamos antes de tiempo?

Hemos dicho que una de nuestras grandes fortalezas como país es la educación, pero erróneamente se ha creído que la educación es una actividad con horarios limitados y una sede absoluta: la escuela.

Eso nos deja una práctica que más que propiamente educativa es acartonada, limitada muchas veces a la mera transmisión de conocimientos, replicante muchas veces de los tradicionales esquemas de dominio. La verdad es que no puede emprenderse una transformación con los mismos esquemas caciquiles, de abuso, intimidación y amenaza.

A veces parece que importa más la forma que el fondo. Parece importar más que estés dentro del salón, aunque no aprendas. Que parezca que escuches, aunque no escuches.

Profesoras y profesores parecen olvidar muchas veces a sus aliadas las bibliotecas públicas. Ellas, mientras tanto, continúan levantándose.




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