Las nuevas realidades

José Luis Guardado Tiscareño.
José Luis Guardado Tiscareño.

La pandemia del Covid-19 llegó para quedarse, y aunque en un momento determinado llegue la vacuna y se nos aplique a toda la población, tal vez podremos superar el riesgo que representa este virus para nuestra salud, pero sin duda, las implicaciones, consecuencias y transformaciones que trajo esta pandemia modificaron de diversas maneras y para … Leer más

La pandemia del Covid-19 llegó para quedarse, y aunque en un momento determinado llegue la vacuna y se nos aplique a toda la población, tal vez podremos superar el riesgo que representa este virus para nuestra salud, pero sin duda, las implicaciones, consecuencias y transformaciones que trajo esta pandemia modificaron de diversas maneras y para siempre la vida de las personas.

Los diferentes gobiernos en el mundo han nombrado a estas modificaciones de la vida en sociedad como la “nueva normalidad”, precisamente para normalizar algo que definitivamente no es normal, sino totalmente diferente, por ejemplo, las miles de muertes ocasionadas por el coronavirus no deberían ser algo que se normalice, pues el mundo moderno debería de atender con altura estas contingencias, desde el respetar las restricciones impuestas, pero también voluntarias, tales como el distanciamiento y el confinamiento social hasta implementar en pro de la humanidad y la salud todo el conocimiento y el desarrollo científico y tecnológico, para evitar la escalofriante cifra que supera las 61 mil muertes, tan solo en nuestro país.

El sector laboral y comercial se colapsó a raíz de la pandemia, la abrupta caída de la economía da cuenta de ello, esto ocasionó que miles de familias en México se encuentren en una mayor vulnerabilidad en la que de por sí ya estaban.

Desafortunadamente estas “nuevas normalidades” también han buscado normalizar las desigualdades económicas, sociales y educativas, poniendo en el mismo plano a todos por igual, cuando en los hechos las consecuencias no se sufren de la misma manera.

Unos de los sectores que sin duda se ha visto más afectado por esta pandemia es el sector educativo, donde el común denominador acabará siendo un mayor y generalizado déficit educativo para el mediano y largo plazo; sin importar el nivel o si es pública o privada, toda la educación del país ha tenido que replantearse, muchos modelos y sistemas han quedado totalmente obsoletos y rebasados, muchos otros han logrado responder a los cambios, esto incluye a autoridades educativas, maestros, alumnos y hasta padres de familia.

En este contexto es necesario señalar la revalorización de la educación pública, pues a pesar de las relativas carencias y limitaciones, se ha logrado anteponer la educación de niños y jóvenes por encima de la mercantilización educativa. Sin embargo, las desigualdades estructurales y de fondo entre el sistema educativo público y privado también han quedado al descubierto, agudizando con ello las desigualdades económicas, sociales y tecnológicas.

Las deficiencias de conectividad y de acceso a la tecnología han evidenciado el fracaso de las políticas públicas que se emprendieron en el pasado y en la deficiente respuesta del presente, hoy la gran mayoría de la población sigue sin poder conectarse al internet, miles de niños y jóvenes no poseen un dispositivo propio que se convierta en una ventana a la educación y la igualdad de oportunidades, o por lo menos de acceso a la información.

Todo esto tampoco se debería de normalizar, pues las condiciones y realidades de cada familia, de cada persona, son distintas en función de sus oportunidades y posibilidades; las transformaciones a la vida de los mexicanos no pueden enmarcarse en una normalidad determinada, sino en muchas y diversas realidades, cada a las que hoy.

El mundo, nuestro país y Zacatecas se enfrenta a nuevas realidades que no son tan diferentes a las del pasado: la pobreza, la desigualdad, la carencia de servicios médicos dignos, el acceso a una educación de calidad y la imposibilidad de garantizar su movilidad social, terminan por imponerse a la normalidad que el gobierno quisiera que existiera.

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