Libertad disminuida

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Cuando la gente puede actuar sin coacción y opresión por parte de otros, está ejerciendo la libertad; por eso es factible aseverar que una persona está en libertad o actúa en libertad cuando no está en condición de prisionero, o sometido a las órdenes de otros o bajo amenaza.

La libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad de los demás.

Cuando la gente puede actuar sin coacción y opresión por parte de otros, está ejerciendo la libertad; por eso es factible aseverar que una persona está en libertad o actúa en libertad cuando no está en condición de prisionero, o sometido a las órdenes de otros o bajo amenaza.

La Constitución Federal otorga a los mexicanos y extranjeros que se encuentren dentro del territorio nacional, una serie de garantías, que tienen que ver con la libertad personal, de enseñanza, de trabajo, de expresión, de creencias ideológicas y políticas, de trabajo, de petición, de asociación, de tránsito, de protección de la salud, inviolabilidad de la vivienda, así como de protección a la integridad física y del patrimonio.  

Estas disposiciones forman parte del orden jurídico necesario para armonizar la vida colectiva, y están diseñadas para impedir el abuso del poder de las autoridades frente a los gobernados y para eliminar el uso excesivo de la libertad por parte de los gobernados. La libertad de unos termina donde inicia la libertad de los otros. 

Para que esto se logre, la autoridad debe estar investida de imperium, de poder, de facultades, de recursos y de estrategias; con la fuerza suficiente para establecer el orden y transmitir a la sociedad la confianza de que su libertad, sus derechos y su patrimonio se encuentran protegidos, pero hoy no se percibe de esa manera. La población no siente ya esa libertad de moverse, de salir, de divertirse, de viajar, de reunirse, de opinar, etc. Se siente insegura y advierte que falta una reacción firme de las autoridades, a quienes por lo contrario se perciben débiles, lentas, sin saber qué hacer y en ocasiones incluso doblegadas. La libertad se siente disminuida.

La seguridad es responsabilidad de todos; gobernantes y gobernados, pero requiere estrategia, organización, cooperación, proximidad, y participación de organizaciones religiosas como políticas y sociales, de la gente de las colonias, de los mercados, escuelas, universidades, centros de trabajo, etc. Habría una percepción de mayor seguridad en la medida que exista ese vínculo entre las expectativas de la gente y las acciones de gobierno.




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