¿La reforma judicial construirá puentes o muros?

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Desde el inicio todos los mexicanos fuimos advertidos de que la propuesta presentada por el Presidente López Obrador en febrero, prácticamente sería aprobada sin modificación alguna.

Terminaron los Foros nacionales que se promovieron para discutir la propuesta de reforma al Poder Judicial, y corresponde ahora a los legisladores la elaboración de los respectivos dictámenes previos a la discusión en ambas Cámaras del Congreso de la Unión. Desde el inicio todos los mexicanos fuimos advertidos de que la propuesta presentada por el Presidente López Obrador en febrero había sido posteriormente respaldada por la mayoría en el proceso electoral de junio de este año, y que prácticamente sería aprobada sin modificación alguna.

No obstante ello, se realizaron foros y diálogos con dos visiones diferentes: Una, la propuesta de López Obrador, fundada principalmente en la premisa de que el Poder Judicial es corrupto y está al servicio de la delincuencia organizada y delincuentes de cuello blanco y que sólo eligiendo jueces íntegros e incorruptibles a través del voto popular se puede corregir, propuesta que fue expuesta y defendida por diversos actores identificados con el Partido Morena; unos muy preparados y otros, de plano sólo se aprendieron bien lo que les dijeron que tenían que decir.

De otro lado, una serie de estudiosos muy acreditados, y los propios integrantes del Poder Judicial; Ministros, Magistrados, Jueces y Secretarios, la mayoría con muchos años de experiencia y estudio y con una vocación a toda prueba, ofendidos por las injustas acusaciones generales de corrupción, salieron a expresarse y a manifestarse en contra de la propuesta de reforma que, afirman, se trata de un propósito dictatorial de sumisión del poder judicial.

Todos en este país, coincidimos en que es ineludible una revisión a nuestro sistema de justicia, partiendo de la premisa de que el sistema judicial integral no sólo son los Ministros, Magistrados y Jueces, sino que incluye a las fiscalías, y a la justicia local; pero debe ponerse por encima de todo el respeto al sistema de división de poderes, poniendo énfasis en la protección de la autonomía y la libertad de la que deben gozar los juzgadores, y claro es; poner énfasis en la asignación de recursos suficientes para que el sistema de justicia opere en forma pronta y expedita.

Los Jueces han salido a dar la cara, a exigir respeto a su prestigio y a su carrera de años de servicio, estudio y preparación. Han explicado que, a diferencia de los cargos en el Ejecutivo y en el Legislativo, no han llegado por la gracia del dedo poderoso, sino que han llegado gracias a años de dedicación, actualización permanente y la presentación de rigurosos exámenes de oposición, sin desconocer que efectivamente no falta quienes, muy pocos, han sucumbido a las presiones de intereses particulares apartándose de la legalidad y del honor que debe distinguirlos.

No debemos soslayar que siempre, en todos los casos, cuando un juez resuelve una disputa entre particulares, la parte a la que le dio el triunfo, va decir que fue gracias a sus argumentos, a que le asistía la razón y el derecho, etc, etc. y en cambio la parte que no se vio favorecida en la resolución, lejos de aceptar que carecía de razón, va a tratar de justificar la falta de razón con la afirmativa de que el Juez es corrupto o incapaz. Se trata de un conflicto de intereses y en virtud de ello los juzgadores están sometidos a la presión de las partes, que independientemente de acudir a los mecanismos procesales, recurren a otro tipo de presiones, como el influyentismo, las amenazas y hasta atentados en contra de ellos o de sus familias. Por eso requieren protección¡¡

Ellos han afirmado que no hay rezago en el Poder Judicial y lo que en realidad hay es saturación; es decir, la falta de recursos materiales y humanos les impide atender la creciente demanda de asuntos en los Juzgados, pero piden que no olvidemos que todos los asuntos que llegan al ámbito del Poder Judicial se originan en las esferas de los Poderes Ejecutivo y Legislativo en sus tres niveles, debido en muchos de los casos a decisiones y políticas incorrectas o arbitrarias. Ellos limpian la suciedad que en los otros se genera y que en esa virtud hay que atacar las causas; propiciando una nueva relación social basada en el objetivo fundamental de recuperar para la sociedad la armonía, la seguridad y la paz; haciendo hincapié en que además deben fortalecerse los sistemas de justicia y propiciar el uso de métodos de justicia alternativa, pero esencialmente procurar que las cosas funcionen bien abajo para que no rebote hasta el sistema de justicia. En síntesis, piden que se construyan los puentes que favorezcan el diálogo y el entendimiento y que se derriben los muros que dividen, separan y generan odios y enconos.

La justicia, afirman, no puede ponerse en manos de ningún aprendiz. No se puede tener representantes populares en lugar de juzgadores calificados.




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