La entrega

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Esta frase, aparentemente sencilla y sin más significado que la acción y efecto de entregar algo, en nuestro país detona recuerdos de acciones que la historia ha catalogado como inaceptables por derivarse de la traición, por un lado, y, por otro, que causa mucha especulación y emociones, referida a los días previos a la entrega … Leer más

Esta frase, aparentemente sencilla y sin más significado que la acción y efecto de entregar algo, en nuestro país detona recuerdos de acciones que la historia ha catalogado como inaceptables por derivarse de la traición, por un lado, y, por otro, que causa mucha especulación y emociones, referida a los días previos a la entrega de la administración gubernamental.

El primero, el de la traición, fue consagrado en Oaxaca, en una pequeña Bahía cerca de Huatulco conocida como “Playa la Entrega”, porque ahí, luego de la traición de Picaluga, fue entregado Vicente Guerrero a sus  enemigos para ser preso en Cuiilapam y fusilado el 14 de febrero de 1831, a los 39 años de edad, sin juicio ni defensa.

Pero en realidad, de lo que quiero escribir es de los avatares que se derivan de la entrega de la administración pública, porque previo a que esto suceda, hay una serie de preguntas y todo tipo de especulaciones, cuestiones que en Zacatecas ya las estamos observando previo a que el gobernador electo, David Monreal Ávila, se haga cargo del Ejecutivo del Estado.

Así, en los equipos del que se va y del que llega hay desajustes, movimientos, críticas, alabanzas, adivinanzas, apuestas y contra apuestas. Surgen rumores de acuerdos bajo la mesa de unos, los que entregan, para buscar impunidad y protección, y de los que reciben, para buscar información. Sobran los “queda bien”, que son aquellos que abandonan la jurada lealtad para ofrecerse al que va a entrar a costa de cualquier precio, con tal de seguir chupando del erario y bajo esa premisa entregan datos, documentos, expedientes, información veraz o distorsionada y dan paso a la existencia de corrupción y malos manejos.

¡Muerto el Rey, Viva el Rey! Todos los que han estado o sido, han sentido la emoción de entrada y la frialdad de salida. Tal es la condición humana, que aclama y vitorea al ungido y desprecia, olvida, condena, persigue, critica, insulta, al que se va, según haya sido su comportamiento en el poder. Respeto para el que cumplió y  desdén para el pusilánime que no lo hizo. ¡Así es el pueblo de sabio!

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