Estado capturado

Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.
Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.

Uno de los problemas más graves que asola a las naciones del mundo es la corrupción, que genera enormes pérdidas económicas, empobrecimiento, socava la confianza en las instituciones e inhibe el desarrollo económico y social. Son tan variadas las formas en que se presenta la corrupción que las organizaciones internacionales estudiosas del tema no han … Leer más

Uno de los problemas más graves que asola a las naciones del mundo es la corrupción, que genera enormes pérdidas económicas, empobrecimiento, socava la confianza en las instituciones e inhibe el desarrollo económico y social.

Son tan variadas las formas en que se presenta la corrupción que las organizaciones internacionales estudiosas del tema no han podido definirla, aunque queda claro que un acto de corrupción se materializa cuando un policía pide o acepta un cohecho, cuando un conductor se pasa el alto de un semáforo, cuando un funcionario solicita o recibe sobornos para agilizar un trámite o un servicio, o cuando se desvían recursos. Recordemos que la corrupción está tanto en el orden público como en el privado.

La corrupción nos lesiona, pues impulsa la pobreza y la desigualdad, pero lo más grave es que disminuye la confianza de la sociedad en las instancias gubernamentales.

Para que exista corrupción hacen falta dos partes: Una que ofrece o da y otra que pide o acepta, o disimula, a cambio de un favor. Evidentemente, la parte corrompida tiene que estar en una posición de autoridad o de poder y en condiciones de hacer lo que a la parte corruptora le interesa.

La corrupción en el quehacer público es tan generalizada, que en ocasiones se justifica cuando se dice: “Que roben, pero que hagan obras” y lo peor es que la sociedad calle ante este enorme flagelo.

Transparencia Internacional ha documentado que hay empresas, como Odebrecht en Brasil, que estuvo financiando campañas políticas en diversos países, para ganarse el favor de quienes luego serían mandatarios y obtener contratos de toda índole en la variada estructura de la mencionada empresa, que incluso llegó al grado de establecer, en su estructura administrativa, un área a la que denominó “Departamento de Operaciones Estructuradas” (DEO), cuya función era la de pagar sobornos y transacciones cuestionables a través de pagos no reportados, algo que practican muchas de las empresas trasnacionales para lograr favores de áreas de obras, adquisiciones, disimulo en control sanitario, etc.

Cuando los partidos o los candidatos son corrompidos, se está erosionando la democracia y se está infiltrando en la propia estructura gubernamental, pues logran instalar a sus alfiles en cargos estratégicos para atender los intereses de corruptores y no de la sociedad. En este caso, estamos hablando de un estado capturado al servicio de intereses ajenos a la sociedad.




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Jaime Santoyo Castro

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