El debate por el segundo piso

Siempre es deseable que tanto las autoridades como la ciudadanía participen en un debate responsable, informado y constructivo, basado en hechos y no en percepciones.
Siempre que un gobierno impulsa una obra pública de gran magnitud, surgen cuestionamientos sobre su necesidad, viabilidad y costo. Estas dudas no solo son naturales, sino también esenciales para fortalecer la democracia y garantizar que los recursos públicos se utilicen de manera eficiente y en beneficio de la mayoría. Sin embargo, siempre es deseable que tanto las autoridades como la ciudadanía participen en un debate responsable, informado y constructivo, basado en hechos y no en percepciones.
Tengamos claro que en estos casos de interés público, no todas las voces que se escuchan atienden al fondo de la razonabilidad o no de la obra, sino a sus propios intereses, o a intereses políticos o de diversa índole y algunos otros sólo actúan con el afán de entorpecer o detener, y hay que saber identificarlos, porque si no, se darán palos de ciego calificando o cuestionando a los críticos de manera indiscriminada e incorrecta. ¡¡¡A cada quien su lugar!!!
Qué se cuestiona en torno al llamado segundo piso del Boulevard metropolitano?
- Que no es una obra necesaria; es decir, que no se justifica.
- Que sí es necesaria, pero que no es una obra prioritaria, porque hay otras necesidades más urgentes.
- Que es muy cara, y sugiere que habrá corrupción
- Que pone en riesgo la calificación de Zacatecas patrimonio de la humanidad.
Creo que el debate se ha alargado demasiado, y que en su caso, se ha perdido tiempo. Los precios suben y la obra; de hacerse, va a costar más cara, de manera tal que estimo que debe acabarse el debate y avanzar. Una discusión tan larga enfrenta, divide, distorsiona, confunde y a veces hasta aburre; y más cuando se utilizan descalificativos o expresiones peyorativas contra algunos de los críticos. Siempre es lo mismo, y quien pierde es la población en general. Este tema del segundo piso ya se extendió demasiado.
La justificación de la obra
Todo proyecto de obra pública debe partir de una justificación técnica y estratégica. Estudios de factibilidad, análisis de impacto ambiental y evaluaciones socioeconómicas son herramientas clave para demostrar que la obra es necesaria y beneficiosa y que no afecta la identificación de la ciudad como patrimonio de la humanidad. Además, es vital que las autoridades expliquen cómo el proyecto se alinea con las prioridades de desarrollo del área metropolitana y de la región, y cómo contribuirá a resolver problemas estructurales como el desempleo, la desigualdad o la falta de infraestructura.
Esta obra además es cuestionada por su alto costo inicial, pero si el gobierno puede demostrar que reducirá significativamente los tiempos de traslado, mejorará la competitividad económica y beneficiará a la movilidad de la población, el debate podría inclinarse hacia su aceptación.
Transparencia y participación ciudadana
La transparencia es un pilar fundamental en cualquier obra pública. La ciudadanía tiene derecho a conocer los detalles del proyecto: su presupuesto, los plazos de ejecución, los contratistas involucrados y los mecanismos de supervisión. Publicar esta información de manera accesible y oportuna ayuda a prevenir la corrupción y genera confianza.
Este diálogo también permite identificar preocupaciones legítimas y trabajar en soluciones conjuntas.
Gestión de costos y alternativas
Uno de los aspectos más controvertidos de esta obra es su costo. Por ello, las autoridades deben ser claras sobre cómo se financiará el proyecto y cuáles serán los beneficios a corto, mediano y largo plazo. Además, es importante demostrar que se evaluaron alternativas más económicas o enfoques diferentes antes de tomar la decisión final.
En este contexto, sería útil contar con supervisores independientes que monitoreen la ejecución de la obra y garanticen que los recursos se utilicen de manera eficiente.
Informes periódicos y auditorías públicas son herramientas efectivas para mantener la confianza ciudadana.
Impacto y legado
Toda obra pública tiene impactos positivos y negativos. Las autoridades deben ser transparentes sobre los efectos adversos y proponer medidas para mitigarlos. Al mismo tiempo, deben destacar los beneficios tangibles que traerá la obra, como la generación de empleos, el crecimiento económico o la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos.
Es cierto que está causando molestias temporales a los automovilistas y a los negocios a lo largo del trayecto, pero si se comunica claramente cómo aumentará el turismo y las oportunidades comerciales en la región, es más probable que obtenga apoyo.
Conclusión
El cuestionamiento a las obras públicas no debe ser visto como un obstáculo, sino como una oportunidad para fortalecer la gestión gubernamental y construir consensos. Un gobierno que responde a las críticas con transparencia, información técnica y apertura al diálogo no solo legitima sus acciones, sino que también fomenta una ciudadanía más informada y participativa. Al final, el objetivo de cualquier obra pública debe ser el bienestar colectivo y el progreso sostenible.