Situación distintiva
La motivación de los profesores impacta en los alumnos y logra que adquieran seguridad en sus talentos.
A la Mtra. Antonia Topete Martínez, con particular reconocimiento.
Era frecuente la realización de concursos de dibujo. Sin previo aviso, la maestra instruía en ese momento, al inicio de las clases de la jornada vespertina.
“Busquen un dibujo qué hacer de las ilustraciones existentes en su libro de lecturas”.
La actividad gustaba a todos porque la consideraban como tarde de esparcimiento, mientras cumplían con el cometido, tenían posibilidad de cambiarse de pupitre, de platicar con sus compañeros de grupo de temas afines. Algunos entonaban canciones y en un par de ocasiones Hilario, quién ya sabía tocar, llevó su guitarra para cantar y acompañar a los condiscípulos.
Ella también hacía algún dibujo y verificaba que sus alumnos atendieran sus indicaciones. Sugería colores, matices o modificaciones a los escolares que consideraba necesario.
“Por favor me dicen de dónde están tomando el modelo para dibujar” solicitaba, de manera tal que cuando se acercaba a algún lugar sabía qué imágenes habían escogido y sus orientaciones eran más acertadas.
“Elegí la página 86” respondió un niño cuando le preguntó.
Utilizaba la escala del 5 al 10 de calificación, pero quizá por motivar a sus pupilos o por reconocer lo bien que a veces hacían su trabajo, cuando consideraba que el producto era excelente, en seguida del diez, ponía “y n”, con elegante letra cursiva.
“diez y nota” quería decir eso: “Trabajo excelente “.
En esa ocasión, al terminar su dibujo, el alumno que escogió la página 86, entre sorprendido y escéptico y, generando asombro entre los demás condiscípulos que rodeaban el escritorio de la mentora vio cómo calificaba de manera inusual “10 y n y n”.
Regresó a su mesa banco henchido de regocijo al tiempo que ruborizado porque sus compañeros querían ver lo que había dibujado.
Reconocía que había entre sus condiscípulos otros trabajos muy buenos, pero inconclusos.
Al llegar a casa aún iba contento. Quiso mostrarlo a sus hermanos en plan de presunción, pero luego él mismo vio que no era tan perfecto como se lo había calificado la profesora, sabía del juicio cruel de ellos y prudentemente lo guardó.
La siguiente semana la maestra le pidió que se lo volviera a mostrar. La Directora le había encargado una ilustración para el periódico mural y asignó a este niño tan distinguida encomienda. No necesitó hacer recomendación alguna de manera adicional porque consideró que su muchacho comprendía la relevancia de la tarea.
Sus hermanos se enteraron de la habilidad para dibujar al ver la publicación en la entrada del plantel.
Este acontecimiento, sumado a otro relativo a la lectura de comprensión, fueron el motor para que el escolar fuera adquiriendo seguridad y confianza en lo que hacía académicamente. Hasta esa fecha su personalidad había sido reservada, la introversión parecía acercarse al complejo de inferioridad. El tino de la maestra Antonia fue certero y trascendental, como suelen ser los calificativos que los docentes hacen hacia los educandos en lo afortunado, como en este caso.