Buscando identidad

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Dedicado al colega y buen amigo, Aurelio Medina Puente Había expectación en el ambiente, por saber quién y con qué aportación había ganado el concurso para definir logotipo y lema institucional, convocado por la Dirección del plantel. Contra todo pronóstico, no ganó alguno de los que mostraban aptitudes para el dibujo, la pintura, música, teatro, … Leer más

Dedicado al colega y buen amigo, Aurelio Medina Puente

Había expectación en el ambiente, por saber quién y con qué aportación había ganado el concurso para definir logotipo y lema institucional, convocado por la Dirección del plantel.

Contra todo pronóstico, no ganó alguno de los que mostraban aptitudes para el dibujo, la pintura, música, teatro, declamación o incluso altas calificaciones.

Semanas antes había iniciado labores aquella escuela, que reunía jóvenes del altiplano mexicano, en su mayoría procedentes de situaciones económicas adversas, pero con deseo de superación.

La tarea institucional era adquirir características que les distinguiera de otras escuelas en modelo similar de otras latitudes.

Los estudiantes se ponían en acción en su tiempo libre haciendo diseños, a manera de borrador con ideas remotas, alejadas de los objetivos principales, esbozos diversos de elementos que fueron considerando necesarios y debían aparecer en la propuesta final.

Muchos tuvieron dificultad para comprender las bases porque la modalidad educativa era totalmente innovadora, conforme a sus conocimientos previos y a su limitado acervo de palabras; aunada la falta de tiempo porque el ritmo de trabajo era intenso y demandante en varios rubros, tanto académicos, cocurriculares, como de la adaptación al nuevo medio comunitario y escolar.

Seguramente el jurado calificador constituido por los maestros, entró en desesperación cuando vio el compendio de trabajos de los participantes, donde permeaba el desacierto (dibujos sin estructura o coherencia), las ocurrencias (propuestas parciales con imperdonables omisiones), la novatez (trabajos carentes de calidad artística), falta de conocimiento (con evidentes vacíos conceptuales). Colateralmente pudo comprobarse una necesidad de orientar adecuadamente, por parte de los convocantes.

La justa ofreció oportunidades de aprendizaje en el alumnado, al empezar a familiarizarse con varios términos y frases desconocidas, como: logotipo, heráldica, misión, visión, identidad institucional, lema, escudo de armas, posteridad, etc.

El elemento sobresaliente, presente en las aportaciones, fue advertir el sentimiento de compromiso existente en sus pupilos, pues de manera natural querían participar en todas las actividades curriculares, así como sus maestros se involucraban en roles adicionales a su responsabilidad medular como catedráticos. Sus horarios trascendían a la duración de las jornadas oficiales.

Pero como sucede en la mayoría de las comunidades, quizá de manera fortuita aparece alguien con talento específico. Hubo un diseño que conjuntó adecuadamente los elementos representativos de esa institución, incluyendo en cuatro partes, con igual número de imágenes el interior del cintillo y colocando en éste, un enunciado dando unicidad y complemento al diseño: estudio, trabajo, hermandad, productividad y aspiraciones.

A varios sorprendió el nombre del ganador pues no eran el desempeño artístico ni el dibujo sus principales virtudes, dejando evidencia clara de la relevancia de plasmar las ideas y conceptos esenciales que se requiere en un logotipo.

Aurelio Medina Puente fue el triunfador absoluto de los dos concursos, con lo cual escribió una página brillante en la historia de esa escuela, comprobando que, si se quiere, se puede y dejando una huella trascendente en la vocación de las sucesivas generaciones.




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