Brillante esfuerzo

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Dedicado a Iván Ernesto Guzmán Cheang, quien fue un distinguido estudiante,  ahora renombrado profesionista. El ensayo del desfile del 16 de septiembre se realizaba en la última clase de la jornada escolar, a las 2 de la tarde, con un sol enardecido que hacía entrecerrar los ojos por la luminosidad del suelo calcáreo y reseco. … Leer más

Dedicado a Iván Ernesto Guzmán Cheang, quien fue un distinguido estudiante,  ahora renombrado profesionista.

El ensayo del desfile del 16 de septiembre se realizaba en la última clase de la jornada escolar, a las 2 de la tarde, con un sol enardecido que hacía entrecerrar los ojos por la luminosidad del suelo calcáreo y reseco.

Los estudiantes pidieron al director posponer para el día siguiente, en la primera hora, cuando el clima fuera menos cruel. La autoridad argumentó la necesidad de exponerse a la intemperie en ese horario, como parte del entrenamiento imprescindible para adquirir la fortaleza que exigiría la presentación de la fecha señalada. Al ser la escuela de mayor jerarquía en esa comunidad, debía ser la más eficiente.

Grupos de estudiantes y docentes organizaron el contingente en la explanada de la Plaza Cívica; la Escolta y la Banda de Guerra tomaron sus lugares, donde un hecho distinguido captó la atención, pues generó expresiones de admiración e incredulidad: la asignación del sargento.

Iván Ernesto era un muchacho de una complexión delgada, con talla muy por debajo de los estándares correspondientes a su edad, pero con un carácter amigable y una capacidad intelectual distinguida. Desde que cursaba la primaria había aprendido a utilizar la corneta de manera extraordinaria. Algún profesor comentó “¿Cómo es que alguien de esa condición física era capaz de tener tanta fuerza en los pulmones?”. Su creencia era intuitiva y errónea, pues los que conocen esa disciplina saben que el desarrollo de esa habilidad se debe a la capacidad de hacer una buena emboquilladura, es decir, hacer el acomodo adecuado de los labios en la boquilla de la corneta.

No hubo quién disputara el puesto ganado a pulso por su excelente desempeño, por lo que ocupó esa posición durante los tres años de su instrucción secundaria.

Son diversas y variadas las actividades inherentes a la educación formal, como aprender a realizar con calidad las ceremonias de Honores a la Bandera, participar en desfiles cívicos, lo que implica aprender a marchar, a ejecutar con coordinación física, colectiva y elegancia alguna tabla gimnástica, pirámide humana o demostración de aptitudes corporales; aprender poesía, canto, música, oratoria, pintura, dibujo, baile folclórico, adquirir destreza para tocar un tambor o trompeta, integrar algún grupo musical o de teatro, practicar diversos deportes y especialidades en atletismo, educarse para hablar en público, a dominar pues el pánico escénico; redactar ensayos, sistematizar ideas para elaborar instructivos o registrar experimentos científicos de Física, Química y Biología.

En algunos profesores de la escuela elemental existe un sentimiento de desánimo cuando ven que otros colegas, de niveles escolares superiores, aprovechan las destrezas cultivadas en sus exalumnos, recordando los múltiples esfuerzos, desvelos, atención y tiempo extra implicados.
A diferencia de otros colectivos, los maestros de Neto jamás entraron en celos infundados, porque orgullosos tuvieron oportunidad de comprobar la solidez de los cimientos de su formación educativa, para engrandecimiento propio y de todos ellos.

Iván es Técnico en Combustión Interna, empresario, consumado músico y vocalista en un grupo artístico en la región de La Laguna.

*Director de Educación Básica Federalizada




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