Falsa neutralidad

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

“La fachada de neutralidad es útil cuando la motivación informativa es la ganancia empresarial obtenida mediante la venta de información”.

Generaciones enteras de periodistas creyeron el cuento de que el periodista no puede definirse por un partido, una ideología, un programa de gobierno o un proyecto de nación.

La fachada de neutralidad es útil cuando la motivación informativa es la ganancia empresarial obtenida mediante la venta de información presentada como verdad oportuna ajena a intereses económicos o políticos, pero la historia concreta muestra a los medios siempre sirviendo un proyecto, una carrera, o prestando un servicio coyuntural en casos específicos.

Los “apolíticos” del periodismo dejan sus huellas fácilmente rastreables de su identificación con gobernantes en turno e inclusive como herramienta de control político asociado a figuras que dominan la vida pública del país o de una región, las historias de Cervera Pacheco en Yucatán,  Gonzalo N Santos en San Luis Potosí  o de Leobardo Reynoso y Ricardo Monreal en Zacatecas  son historias que no pueden prescindir del papel de medios de comunicación y periodistas de esos que “no toman partido” jugando a favor o en contra de cada uno de ellos.

La televisión mexicana asimiló como trabajo periodístico válido, hace varios años, la transmisión del video (Denisse Merker) de una humilde visitante conyugal practicando sexo oral a su pareja en prisión y hoy se da el caso que los audios del presidente nacional del PRI “Alito” Moreno no tienen valor informativo a pesar de revelar hechos y conductas de notoria ilegalidad, así se toma partido.

El modesto conductor de espacios informativos, si es acérrimo contrario a la #Cuarta transformación”, invita a los que sabe que no deja pasar oportunidad para hablar mal del presidente a propósito de lo que sea, lo mismo hace el comunicador que se identifica López Obrador que a diario busca en la atmósfera elementos que fortalezcan el respaldo del público al presidente, así se toma partido.

La neutralidad política es impracticable en el periodismo. La selección y jerarquía de contenidos, el encabezado de la nota y el tratamiento informativo de los hechos son inevitablemente originados en convicciones subjetivas de índole política o fines conscientes de servir o perjudicar determinada postura o causa.

Máscara útil

El “chayote” se oculta tras la fachada de neutralidad, los gobernantes que han despilfarrado dinero público en su afán de usar a su favor los contenidos mediáticos invierten en balde si el público no les creé “ni el bendito” a los medios y periodistas “chayoteados”.

Un truco muy usual consiste en que los chayoteados hagan cera y pabilo del responsable de la comunicación gubernamental mientras que el trato fino es con el que se encarga de las finanzas.

Existen periodistas que honestamente suponen que tomar partido es renunciar a la credibilidad, están equivocados, la gente no confía en el que le miente, el que le oculta cosas, el que no se esmera por hacer bien su trabajo.

Para el común de la gente es normal respetar más a unos políticos que a otros aunque sean del mismo partido. La inteligencia colectiva es selectiva, sabe que ni siquiera los miembros de una misma familia son confiables o desconfiables en la misma proporción.

La fachada de neutralidad se finca en la falacia de que el periodismo debe “incomodar al poder”, tontería que propicia la pose de teatral independencia tal como la concibió Porfirio Díaz, que le otorga margen de “independencia” a los periodistas para criticar aspectos menores siempre que apoyen lo importante .

Randolph Hearst hizo escuela cuando dispuso que los encabezados de sus periódicos fueran lo más sensacionalistas posible y se imprimieran en color amarillo, tal estrategia de ventas se convierte en fuente de “incomodidades” del poder de sheriff del condado. En la versión mexicana la revista “Alarma” se convirtió en modelo a seguir, gestando al periodismo pepenador de historias distantes de la cima del poder, dando vida al periodismo sumiso y legitimador del mandón en turno.

Perspectivas diferentes

La neutralidad política como fachada se aviene bien con los intereses con los dueños y los que forman parte de la élite que gana cifras millonarias ejerciendo periodismo, pero no con los periodistas reales, los que trabajan la información.

La tiranía laboral tan extendida se potencia gracias a la despolitización inducida de un gremio sin vida gremial para defender sus derechos laborales y al que se le conmina a no tomar partido entre la #Cuarta transformación y el neoliberalismo, toda vez que es inevitable pensar que los dueños y el sector elitista de la industria de la información y la mayoría de periodistas no caben en el mismo proyecto de nación.

Un periodista puede ser de izquierda o de derecha, lo que no puede ser es deformador de los hechos para favorecer su postura ni sacrificar la verdad para “incomodar” o servir al poder.

Nos encontramos el lunes en Recreo

@luismedinalizalde | [email protected]             




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