El papel del juez

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Como católico practicante que soy, formo parte de algunos grupos de intereses similares a los míos en redes sociales. He leído algunas notas publicadas por personas que, quizás, buscan de forma legítima algún tipo de orientación con respecto a conductas que podrían ser inapropiadas. Los comentarios vertidos por los miembros de los grupos sobre dichas … Leer más

Como católico practicante que soy, formo parte de algunos grupos de intereses similares a los míos en redes sociales. He leído algunas notas publicadas por personas que, quizás, buscan de forma legítima algún tipo de orientación con respecto a conductas que podrían ser inapropiadas. Los comentarios vertidos por los miembros de los grupos sobre dichas publicaciones son, en la generalidad, de acogida y de aliento. Pero también los existen de juicio y juicios de dureza, además. Señalamientos como “lo que tú haces está mal y si no cambias tu conducta te vas a condenar”.

También, como católico practicante, frecuento el sacramento de la reconciliación. Y me han tocado en mis confesiones algunos sacerdotes -afortunadamente han sido los menos- que más que ser instrumentos de la misericordia de Dios parece que se consideran así mismos administradores de su justicia.

Yo creo que esta postura de juez no corresponde a un verdadero cristiano. Estoy convencido de que no es la voluntad de Dios el que, “quien se considere libre de pecado sea quien arroje la primera piedra”, citando aquel pasaje del Evangelio que, si usted recuerda, concluye con unas palabras tal vez más determinantes todavía: “yo tampoco te condeno, vete y no vuelvas a pecar”.

Para mi si Jesús, que era Dios, no quiso constituirse como juez sino como abogado, no merece ningún cristiano pretender entonces atribuirse esa categoría.

La promoción de vida del cristianismo auténtico ha de ser, por el contrario, la de la acogida, la inclusión, la tolerancia y el perdón. Sí, la búsqueda del perfeccionamiento espiritual con apego a la ley natural, por supuesto, pero recordemos que, también en palabras evangélicas, “no son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos”. Y si una persona se acerca a pedir orientación, que lo que encuentre sea empatía y comprensión y no el muro infranqueable del rechazo y la discriminación que, de forma lamentable, ha caracterizado a muchas generaciones de fieles del cristianismo y hasta de otras religiones de corte radical.

Jesús también dijo: “vengan a mi todos los que están agobiados por la carga que yo los aliviaré”.

* [email protected]




Más noticias


Contenido Patrocinado