El legado digital: nuestra memoria en la red

Esta idea comenzó a gestarse a principios del 2000, cuando el internet comenzó a consolidarse como el espacio para guardar y compartir experiencias.

Seguro que todos nos hemos preguntado, al menos una vez en la vida, cómo nos gustaría ser recordados una vez que trascendamos. Especialmente en estas fechas, cuando los mexicanos recordamos y honramos a quienes nos han dejado. En estos días, es inevitable ampliar la reflexión al campo digital: ¿qué pasará con nuestras memorias digitales cuando ya no estemos? Gran parte de nuestra vida, desde fotos y conversaciones hasta documentos y recuerdos, se encuentra en plataformas virtuales, aquí, entra el concepto de “legado digital”.

Esta idea comenzó a gestarse a principios del 2000, cuando el internet comenzó a consolidarse como el espacio para guardar y compartir experiencias. Sin embargo, no fue sino hasta finales de esa década cuando gigantes tecnológicos como Facebook y Google se encontraron ante las primeras peticiones para gestionar la información de usuarios fallecidos y el término comenzó a cobrar vida.

De inicio, Facebook implementó la opción de conmemorar perfiles de usuarios fallecidos y Google lanzó su administrador de cuentas inactivas, permitiendo que cada persona pueda decidir qué hacer con sus datos tras un tiempo sin actividad. Estos pasos reafirmaron que nuestros datos en el espacio digital no solo deben ser protegidos, sino también planeados como cualquier otro bien.

En nuestros días la información que almacenan nuestros dispositivos, cuentas y perfiles tiene tanto valor, que la idea de planificar nuestro legado es casi tan importante como dejar un testamento. ¿Por qué? Porque así como un testamento tradicional asegura el respeto por nuestros deseos en lo material, un legado digital previene la posible exposición, mal uso o pérdida de información personal que dejamos en la nube. Nuestros seres queridos, al igual que nosotros mismos, deberían tener el derecho de decidir el destino de nuestras huellas digitales y garantizar así una protección adecuada.

Aún conociendo lo anterior, puede sonar abrumadora esta tarea, por lo que las siguientes recomendaciones pueden ser de apoyo al planificar nuestro legado digital:

  1. Crear un inventario digital. Con tantos perfiles y servicios digitales, el primer paso es crear una lista de nuestras cuentas en redes sociales, correos, plataformas de almacenamiento, suscripciones y cualquier otro servicio en línea, anotando la información de acceso en un lugar seguro. Este inventario será la guía para quienes gestionen nuestra información en el futuro.
  2. Designar un “ejecutor digital”. Tenemos derecho a designar a una persona de confianza que administre nuestros activos digitales según nuestras instrucciones. Este ejecutor tendrá la tarea de asegurar que nuestras cuentas y datos se manejen de acuerdo a nuestros deseos.
  3. Dejar instrucciones claras en un “testamento digital”. Es importante especificar y dejar constancia de manera impresa, de qué deseamos que pase con cada cuenta o tipo de dato, ya sea eliminarlo, archivarlo o convertirlo en una cuenta conmemorativa. Añadir esta información a un testamento puede asegurar que nuestras intenciones sean respetadas.
  4. Usar herramientas de legado digital en las plataformas. Muchas redes sociales y servicios digitales cuentan con opciones específicas para designar un contacto de legado o gestionar la cuenta de forma automática tras un periodo de inactividad. Activar estas funciones simplifica la tarea para quienes administren nuestros datos.
  5. Proteger los datos sensibles. No solo se trata de las cuentas y fotos, sino también de documentos confidenciales. Es recomendable protegerlos con contraseñas fuertes y dejar instrucciones detalladas sobre su manejo.

Comuniquemos nuestros deseos a nuestros seres queridos, informemos a familiares o amigos sobre la existencia de nuestro plan de legado digital, pues esto facilitará que se respeten nuestras decisiones.

El Día de Muertos nos recuerda que los lazos que construimos perduran más allá de la vida, y en la era digital, esas conexiones permanecen también en nuestras cuentas y dispositivos. Cuidar nuestro legado digital es una forma de garantizar que nuestra identidad en el entorno virtual será respetada, y que quienes nos rodean no enfrentarán cargas adicionales en momentos difíciles. Planificar nuestro legado digital es, también, una muestra de respeto hacia nuestros seres queridos y hacia nosotros mismos, permitiendo que nuestra memoria se mantenga viva y protegida.

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