Desigualdad, corrupción, austeridad

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

La esperanza de vida de las mujeres mexicanas que viven en las comunidades más desfavorecidas, fuera de las grandes urbes, disminuyó en los últimos 10 años y truncó una tendencia de más de medio siglo, periodo en el que su esperanza de vida creció, y puede inferirse que la carencia de servicios de salud adecuados … Leer más

La esperanza de vida de las mujeres mexicanas que viven en las comunidades más desfavorecidas, fuera de las grandes urbes, disminuyó en los últimos 10 años y truncó una tendencia de más de medio siglo, periodo en el que su esperanza de vida creció, y puede inferirse que la carencia de servicios de salud adecuados y la austeridad del gobierno son, cuando menos parcialmente, culpables de esta brecha estadística en los indicadores de la salud que había observado el país en este período.

Los hallazgos sobre este período perdido en la salud de los mexicanos son impactantes. El daño a la salud y el bienestar de la población por la falta de reducción de las disparidades económicas de salud no tiene precedentes. Ha causado que se haya reducido la esperanza de vida como único ejemplo entre los integrantes de la OCDE y posiblemente empeore en los siguientes años.

En el medio de la salud pública mundial, en los primeros años de la implementación del Seguro Popular, México fue visto como un líder en la identificación y el abordaje de las desigualdades en salud, pero algo dramático ha ido sucediendo: primero, la perversión en su operación con los escandalosos casos de corrupción en el manejo de los recursos monetarios del mismo, que se han ido develando en varias administraciones estatales y, ahora, la reciente abolición del mismo y su sustitución por otro sistema de salud del cual se desconocen sus bases financieras. Los médicos sabemos que las cifras con las que se mide la salud de un país son un indicador de su desarrollo y, si la salud ha dejado de mejorar es una señal de que la sociedad ha dejado de hacerlo.

La esperanza de vida de las mujeres en las zonas más desfavorecidas de México disminuyó en 0.3 años entre 2010-12 y 2016-18, en comparación con un aumento de 0.5 años para las que se encuentran en la cima de la escala socioeconómica. Simultáneamente, la pobreza infantil aumentó, con el 70% de los niños criados por padres solteros desempleados que viven en la pobreza.

Considerando al país entero, la esperanza de vida de los hombres aumentó unos seis meses durante el período a 79.6 años, mientras que, para las mujeres aumentó en unos cuatro meses a 83.2 años. Durante el medio siglo anterior, la esperanza de vida mejoró alrededor de un año por cada lustro.

Del seguimiento de estos datos se puede inferir que, si bien es inmoral diseñar un modelo en el que se proyecte incrementar deliberadamente la corrupción en el ejercicio del gasto público en el sistema sanitario para evaluar su impacto en la salud individual de las personas, si se puede decir que, en el caso de nuestro país existe un vínculo claro entre los recortes en el gasto público destinado a la salud de los mexicanos, primero por las prácticas corruptas y después por la política de austeridad del gobierno del presidente López Obrador, que son culpables de ampliar estas brechas sanitarias.

En otras sociedades, como la inglesa, donde las políticas de austeridad han tenido un impacto significativo en la equidad y empeoramiento del panorama de salud, también se ha dado un aplanamiento de la curva de la esperanza de vida de sus habitantes, del deterioro de la salud de las personas y el ensanchamiento de las desigualdades sanitarias. En ese escenario, Los recortes gubernamentales han llevado al cierre de estancias infantiles, la disminución de la calidad de la educación, un mayor uso de prácticas laborales en condiciones precarias y el aumento de las personas sin hogar.

La austeridad gubernamental aplicada a los sistemas de salud en otras partes del mundo ha afectado negativamente a los determinantes sociales que influyen en la salud a corto y largo plazo, y deja una larga sombra sobre las vidas de los niños nacidos y que crecen bajo sus efectos. Y no hay mayor injusticia social que la gente muriendo prematuramente debido a la pobreza y la austeridad gubernamental.




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