Concentración de poder

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Pareciera que el signo de los tiempos consiste en concentrar el poder en una sola persona (o en dos), como es en el alicaído PRI. Lo que hemos visto en estos diecinueve meses de ejercicio gubernamental de AMLO es un indiscutible uso unipersonal del poder, con menosprecio de las funciones y atribuciones de los integrantes … Leer más

Pareciera que el signo de los tiempos consiste en concentrar el poder en una sola persona (o en dos), como es en el alicaído PRI.

Lo que hemos visto en estos diecinueve meses de ejercicio gubernamental de AMLO es un indiscutible uso unipersonal del poder, con menosprecio de las funciones y atribuciones de los integrantes del gabinete del ejecutivo, de algunos de los representantes de los otros dos poderes; de los profesionistas, científicos, empresarios, partidos de oposición, periodistas, comunicadores, etc.

La concentración de poder otorga a quien la practica, la percepción de poseer una facultad divina, con su correspondiente aureola, y la creencia de que puede hacer y deshacer lo que sea su voluntad, con la certidumbre de que todo lo que haga y diga será bien recibido y hasta aplaudido por los demás, y el derecho a juzgar como enemigos a los que no lo vean así.

A veces tal autoritarismo somete a la oposición, como tal parece que le ha sucedido al Partido Revolucionario Institucional, que en todo este trayecto ha sido complaciente y/o mudo testigo de los retrocesos impulsados por quien gobierna, y que ha adoptado, como los camaleones, el mismo estilo; el autoritarismo y la concentración de poder, modificando sus normas internas para investir al actual presidente Alejandro Moreno, asociado con el oaxaqueño José Murat, para apropiarse de las decisiones de lo que queda del partido, alejándolo aún más de la razón de su existir y de la voluntad de la militancia, emprendiendo una moderna dictadura.

Con un auténtico madruguete, muy propio de la oportunista mafia que se ha apoderado del partido, se reformaron los estatutos, con el señuelo de darle prioridad a mujeres y jóvenes en las designaciones de candidaturas, y se despojó a la militancia de su poder decisorio para concentrarlo en la dirigencia, que la verdad sea dicha, no solo no inspira confianza, sino todo lo contrario, y da la impresión de que la encomienda es terminar la existencia de un partido, cuyo propósito original fue el bienestar de la sociedad y que en su muy larga vida fue infectado hasta el tuétano de corrupción, impunidad, traición y podredumbre. Duele, pero es difícil creer que tenga remedio.

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