Medicina, mujeres y discriminación

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Desde los primeros días de la medicina, las mujeres fueron consideradas versiones inferiores de los hombres. Aristóteles caracterizó a la mujer como un hombre mutilado, y esta creencia ha persistido en la cultura médica occidental. Durante gran parte de la historia, las mujeres han sido excluidas de la generación de conocimiento médico y científico, así … Leer más

Desde los primeros días de la medicina, las mujeres fueron consideradas versiones inferiores de los hombres. Aristóteles caracterizó a la mujer como un hombre mutilado, y esta creencia ha persistido en la cultura médica occidental. Durante gran parte de la historia, las mujeres han sido excluidas de la generación de conocimiento médico y científico, así que esencialmente hemos terminado con un sistema de salud, entre otras cosas en la sociedad, que ha sido hecho por hombres para hombres.
El discurso histórico de la histeria es, todavía, traído a cuentas cuando los médicos tratamos a mujeres “difíciles”, a propósito de aquellas para las que el tratamiento es inútil o tienen una percepción de su enfermedad diferente al profesional. Los médicos llenamos las lagunas de nuestro conocimiento con narrativas de histeria. Esto es particularmente frecuente en los casos de mujeres que vuelven a la consulta del médico negándose, de manera obstinada, a sentir mejoría.

Kate Young, una mujer médico australiana, escribió una publicación en The Journal of Feminism and Psychology: “en lugar de reconocer las limitaciones del conocimiento médico, la medicina espera que las mujeres tomen el control (con sus mentes) de su enfermedad (en su cuerpo) aceptando su enfermedad, haciendo cambios de ‘estilo de vida’ y conformando sus roles sociales de su género de esposa y madre. Los discursos moralistas rodean a las que se rebelan; son representadas como irracionales e irresponsables, es la red de protección para la medicina cuando no puede cumplir su pretensión de controlar el cuerpo”.

Nadie sugiere, por ejemplo, que la endometriosis no sea una enfermedad real, pero hay una sensación general en la medicina de que la reacción de las mujeres a tener endometriosis es de alguna manera histérica, especialmente cuando los síntomas prevalecen después de que se ha ofrecido tratamiento, cosa bastante común. Y no solo las pacientes de endometriosis son tratadas de esta manera. A propósito, escuché a un médico masculino decir “Nunca he tenido una paciente de fibromialgia que no esté medio loca”.

No solo los médicos, científicos e investigadores han sido mayoritariamente hombres, sino que la mayoría de las células, animales y humanos estudiados en ciencias médicas también han sido masculinos: la mayoría de los avances vistos en la medicina proceden del estudio de la biología masculina. Sabemos menos sobre todos los aspectos de la biología femenina.
Las enfermedades que se presentan de manera diferente en las mujeres a menudo se omiten o diagnostican erróneamente, y las que afectan principalmente a las mujeres siguen siendo poco estudiadas, frecuentemente mal diagnosticadas y subtratadas. Esto tiene efectos importantes, tanto para la práctica médica y la salud de las mujeres.

A propósito, de los 10 medicamentos recetados retirados del mercado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos entre 1997 y 2000 debido a efectos adversos graves, ocho causaron mayores riesgos para la salud en las mujeres. Un estudio de 2018 encontró que esto fue el resultado de “graves sesgos masculinos en la investigación básica, preclínica y clínica”. Fue necesario discutir este tema por años, hasta 2014 para que, en el caso de los Estados Unidos, sus Institutos Nacionales de Salud comenzaran a reconocer el problema del sesgo masculino en los ensayos preclínicos, y hasta 2016 recomendaron que cualquier investigación financiada por ellos debe incluir organismos femeninos.

Estas políticas y prácticas a menudo se han calificado como paternalistas, diseñadas para proteger a las mujeres contra los efectos nocivos de la investigación médica. Pero la historia desmiente esta noción. La práctica de la experimentación brutal de tratamientos médicos en mujeres a lo largo de la historia hace que la falta de voluntad de la medicina para incluir a las mujeres en los estudios científicos parezca todo, menos magnánimo paternalismo. Más bien, deja la impresión de que, como en otros muchos ámbitos, las mujeres no son lo suficientemente interesantes para el esfuerzo científico, sino lo suficientemente buenas para la práctica.

*Médico




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