La crisis no ha iniciado

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Los vendedores de vacunas y los optimistas quieren creer que una vez que el virus esté bajo control, el retorno al crecimiento ayudará a sacudirnos el quebranto económico y la exacerbación de las desigualdades de los últimos meses. Sin embargo, la historia de la Medicina llama a la cautela. Desde la Peste Justiniana hasta la Muerte … Leer más

Los vendedores de vacunas y los optimistas quieren creer que una vez que el virus esté bajo control, el retorno al crecimiento ayudará a sacudirnos el quebranto económico y la exacerbación de las desigualdades de los últimos meses. Sin embargo, la historia de la Medicina llama a la cautela.

Desde la Peste Justiniana hasta la Muerte Negra y la Gripe Española de 1918, la historia está llena de ejemplos de pandemias que tuvieron largas repercusiones sociales. También económicas, como escriben Li, Barrett y Chen, economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y autores de un reciente estudio sobre el tema: Una epidemia puede revelar o exacerbar defectos preexistentes en la sociedad, como redes de seguridad social inadecuadas, desconfianza en las instituciones o la percepción de un gobierno incompetente o corrupto”. El 1 de diciembre pasado, la ONU ya advirtió que la crisis económica podría convertirse en una tragedia humanitaria en algunas regiones, con hambrunas previstas.

Uno de los principales temores que plantean la pandemia y la crisis económica es la alta probabilidad de que la desigualdad crezca peligrosamente. Entre quienes se vieron obligados a cerrar con el pretexto de las medidas sanitarias, como el turismo, y los que siguieron trabajando. Pero también entre los que trabajan por su cuenta y los que tienen un empleo fijo, entre los hogares pobres y los muy ricos, entre mujeres y hombres, o entre los países que ya contaban con tecnología para llevar a cabo campañas avanzadas de vacunación y los que no.

Las epidemias son aceleradores de crisis políticas y sociales. Los médicos y economistas tenemos que aludir la epidemia de cólera en 1832, que mató a más de 19 mil personas (de 650 mil habitantes), de los barrios pobres de París; ricos y pobres se acusaron mutuamente de ser culpables, y la ira popular rápidamente se volvió contra el rey Luis Felipe.

Por supuesto, el pasado nunca predice el futuro. Sin embargo, para probar su hipótesis, los autores del estudio del FMI han construido un índice mensual de malestar social que se ha presentado en 130 países desde 1985. Confirma que los países que sufrieron epidemias graves y frecuentes se ven sacudidos por episodios de ira social y protestas significativamente superiores a la media.

Pero estos malestares sociales no surgen durante la pandemia, ni inmediatamente después, especialmente en los estados donde la crisis humanitaria creó límites a las posibilidades de protesta y en aquellos donde, describen los autores, los regímenes vigentes han aprovechado la urgencia para fortalecer su poder y reprimir la disidencia”. El malestar social aparece un poco más tarde, mientras la ira madura. Entonces, también, los gobiernos adoptan la tendencia a volverse más violentos.

¿Qué lecciones se deben aprender para tratar las secuelas sociales del Covid-19? Por ejemplo, el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, un centro de investigación, ofrece algunas ideas. “La Unión Europea respondió a la crisis con un plan de recuperación común que apoya a los países más afectados”, subrayan, en un estudio sobre la cohesión europea. “Pero los países del Norte podrían frustrarse por tener que apoyar a otros, mientras que el Sur sufre de estancamiento económico y el Estado de derecho sigue siendo frágil en Europa Central”.

Por supuesto, Europa no es México, pero el mismo organismo sugiere otras medidas que, seguramente, deberíamos tener en cuenta, como la aplicación de políticas específicas de atención para jóvenes, las mujeres y quienes trabajan por cuenta propia, que son particularmente vulnerables a las crisis, tanto como evitar el señalamiento de chivos expiatorios y no avivar resentimientos estériles y potencialmente destructivos. Pero también recomiendan prepararse para desplegar otros apoyos financieros, porque el plan europeo de 750 mil millones de euros, concebido durante la primera ola, y cuyos fondos no se desembolsarán hasta el segundo semestre de 2021, llegará tarde. Y puede que sea insuficiente.

Por supuesto, Europa no es México. Esperemos que eso sea suficiente para que hacer las cosas exactamente a la inversa -que ellos- no nos resulte en una tragedia.




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