Dejar este mundo
Se han identificado varios factores asociados con un mayor riesgo.
A nivel mundial, el suicidio ocupa el cuarto lugar entre las causas de muerte entre las personas de 15 a 29 años y más de tres cuartos de millón de personas de todas las edades mueren por suicidio cada año; esa cifra es solamente la punta de un gigantesco iceberg: hay unas 20 veces más personas que intentan suicidarse cada año sin lograrlo. Tres de cada doscientas personas que mueren en México son suicidas.
Los suicidios, tanto como la diabetes, como causa de muerte se pueden prevenir, lo que hace que un solo caso sea demasiado. Si bien es alentador que las tasas de suicidio estén disminuyendo a nivel mundial (una reducción del 10% en las tasas de suicidio estandarizadas por edad entre 2013 y 2019), pero no se han observado reducciones en todas las regiones y la tendencia es moderada; y las tasas han aumentado en el continente americano, especialmente en los países de Norteamérica. Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 la OMS se planteó como meta reducir la mortalidad por suicidio en un tercio; cuando faltan seis años para hacer el corte la situación exige un cambio radical de políticas para acelerar el progreso en la prevención del suicidio.
Para prevenirlo, es imperativo abordar los factores de riesgo del suicidio. Se han identificado varios factores asociados con un mayor riesgo de suicidio, entre los que se incluyen factores contextuales como acontecimientos vitales estresantes, consumo de drogas y alcohol, pero también, así como factores sociodemográficos, tanto como antecedentes familiares de suicidio y problemas de salud mental. Estos factores de riesgo individuales se ven afectados directa e indirectamente por determinantes sociales (como la cobertura de atención médica, los valores culturales y sociales y las políticas macroeconómicas) y comerciales (como el impacto de las industrias alcoholera y de armas de fuego). Por ejemplo, las políticas macroeconómicas pueden exacerbar las dificultades financieras a nivel individual o incluso provocar acontecimientos vitales estresantes como el no poder pagar la renta, lo que limita el salario neto o conduce a desahucios. Dado que los determinantes sociales a menudo se describen como las causas de las causas, se sitúan aguas arriba y conducen a la distribución de factores de riesgo a nivel individual en la población. Para abordar eficazmente los determinantes comerciales y sociales, las intervenciones deben aplicarse a toda la población, ya que esto reducirá la exposición de la población a un riesgo menor y evitará que más personas lleguen a un punto de crisis.
Cuando los médicos pensamos en el suicidio consideramos que el enfoque de salud pública para la prevención del suicidio debe centrarse en estos determinantes a nivel poblacional para abordar la carga de dolor y de pérdida de vidas. La individualización de las consideraciones depende del factor de riesgo en cuestión. Por ejemplo, hay quienes destacan que el impacto de las circunstancias económicas y los factores relacionados pueden abordarse garantizando que las políticas de austeridad o las recesiones económicas vayan acompañadas de salvaguardias como presupuestos de bienestar u ofreciendo oportunidades de reciclaje social para mejorar la situación económica. participación en el mercado laboral. De manera similar, destacan el papel de los esfuerzos en curso, como el establecimiento de salarios mínimos habitables, para reducir las dificultades financieras en toda la población. El aumento de los salarios en los Estados Unidos se asoció con una reducción de las tasas anuales de suicidio; en México, la tasa de suicidios muestra un aumento sostenido y aparentemente inexorable a pesar del incremento al salario mínimo y de los programas sociales implementados de forma intensiva en el último cuarto de siglo y especialmente en los últimos seis años. Por supuesto que es menester abordar determinantes comerciales, como el papel de la industria involucrada en factores de riesgo clave como el consumo de alcohol. Algunos factores de riesgo requieren intervenciones específicas para la prevención del suicidio, como campañas mediáticas de prevención distribuidas universalmente para mejorar la concientización sobre los recursos de salud, regulaciones a los medios para abordar la difusión de casos de suicidio, políticas que aborden el riesgo de duelo por suicidio y la abolición de restricciones al acceso a medios de prevención del suicidio.
Un enfoque de salud pública para la prevención del suicidio requiere apertura para cambiar la narrativa hacia un enfoque universal para abordar la carga del suicidio a largo plazo. Esto requiere un reajuste de políticas en el que la responsabilidad de la prevención del suicidio se traslade de los ministerios y secretarías de salud a todas las partes de un gobierno, de manera que las administraciones públicas apliquen un enfoque de prevención del suicidio en todas las políticas, que haga que cada departamento sea responsable de sus posibles impactos en los determinantes sociales y comerciales del riesgo de suicidio. Abordar los determinantes del suicidio podría ser el potencial sin explotar que se necesita para acelerar el progreso en la prevención de esta inadmisible pérdida de vidas.