Deconstrucción

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Las horribles imágenes del asesinato de George Floyd por un oficial de policía estadounidense han puesto de nuevo en primer término de la atención mundial la discriminación racial, en momentos en los que todos estábamos atentos a los estragos causados por el coronavirus. Ante nuestros ojos está la versión violenta de una terrible pero siempre … Leer más

Las horribles imágenes del asesinato de George Floyd por un oficial de policía estadounidense han puesto de nuevo en primer término de la atención mundial la discriminación racial, en momentos en los que todos estábamos atentos a los estragos causados por el coronavirus. Ante nuestros ojos está la versión violenta de una terrible pero siempre presente perversión ideológica: el retorno del sentido de la “raza” en el debate público.

Pero ahora, en los Estados Unidos se repiten imágenes de individuos blancos arrodillados ante los negros para disculparse por siglos de racismo infligido por integrantes de su comunidad. En las redes sociales, jóvenes “progresistas” publican lo que pretenden sean hermosos textos con sus mea culpa sobre su “privilegio blanco” con la esperanza de que esta flagelación pública reduzca la violencia colectiva.

La idea de este “privilegio” va mucho más allá de simplemente denunciar la discriminación cometida en contra de personas de minorías. Afirma que ser blanco es en sí mismo, en todas partes y en todos los tiempos, una “ventaja”, independientemente de la riqueza, la ley bajo la cual se vive y las circunstancias personales. Más: implica que no ser discriminados no es una situación normal a la que todos deberíamos aspirar, sino una construcción social en beneficio de los blancos. En el pensamiento derivado de la Revolución Francesa, la palabra privilegio se refiere al régimen previo y a la distinción de estratos sociales. Se hace eco del discurso de Sieyes: “Si se eliminaran los privilegiados, la nación no sería algo menos, sino algo más”. Si los blancos no son discriminados, es porque los negros son discriminados. Para que ya no lo sean, los primeros deben serlo. La lucha de razas es un juego de suma cero. Establece la competencia de víctima a víctima en el corazón mismo de la miseria, ya que un pobre hombre blanco será, según este paradigma, un “privilegiado” en comparación con su hermano de color.

El racismo, entonces, ya no es una falta moral que se debe combatir a través de la educación (la lucha moderna de la Ilustración contra los prejuicios), sino un sistema de dominación del que es imposible escapar a pesar de toda buena voluntad. De forma completa, estructural, institucional, este racismo debe ser metódicamente deconstruido. El “blanqueamiento” de la sociedad es una construcción social al servicio de los dominantes, de los que no son conscientes. Bajo esta manera de pensar entonces tenemos que hacer que manifestaciones de salvajismo como el asesinato de George Floyd debe salir a la luz para forzar un sentimiento de vergüenza de ser blancos. Estas teorías tienen la peculiaridad de ser presentadas por sus defensores como “científicas” porque provienen del canon de las ciencias sociales. Cualquiera que los desafía se pone a merced de la doble prueba de interés e incompetencia. Así, si niegas ser privilegiado, es porque no has leído suficiente teoría crítica de la raza, o te estás beneficiando de esa negación. Estamos aquí como parte de lo que el filósofo Karl Popper llamó “la infalsifiabilidad de una teoría”. Una teoría infalsificable, es decir, no científica es una teoría que se resiste a la evidencia en sentido contrario, e incluye esta refutación como parte de la teoría; por ejemplo, si criticas el marxismo, es porque eres un burgués, si criticas el psicoanálisis, es porque eres neurótico y si criticas el privilegio blanco, es porque obtienes una utilidad de este.

Fueron los franceses los que inventaron la “Deconstrucción” (renombrada “Teoría Francesa” en los campus estadounidenses), la misma que vuelve periódicamente, cuando reaparecen las imágenes de una guerra racial en las pantallas de todos los medios de comunicación. ¿Cómo podemos evitar comparar y salir bien librados al hacerlo un país que, hace unos 50 años prohibió los matrimonios mixtos, separó comunidades y tiene una asombrosa tasa de asesinatos policiales con nuestra nación, que tiene su propia historia y fracturas?

*Médico




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