Algunos símbolos de la Navidad

En el siglo IV fue instituida la festividad y con el transcurso del tiempo se fueron incorporando distintos símbolos para celebrarla, estos han sido difundidos por el mundo a través de los siglos, llegando así hasta tierras americanas. A continuación se presentan algunos de ellos, especialmente los que se han incorporado a nuestro país. Los … Leer más

En el siglo IV fue instituida la festividad y con el transcurso del tiempo se fueron incorporando distintos símbolos para celebrarla, estos han sido difundidos por el mundo a través de los siglos, llegando así hasta tierras americanas. A continuación se presentan algunos de ellos, especialmente los que se han incorporado a nuestro país.

Los nacimientos constituyen la más antigua tradición y el símbolo de la Navidad por excelencia. Desde tiempos inmemoriales se hacía la representación del nacimiento de Jesús en las iglesias. Posteriormente, surgió la idea de hacerlo en las casas con pequeños Belenes (lugar en el que él nació). El primero de ellos fue hecho por San Francisco de Asís en 1223 en Greccio, Italia. Esta práctica comenzaría a extenderse por toda Europa. Más tarde el rey español Carlos III, en el siglo XVIII, facilitó la difusión de los Belenes en España y América. Así, llegaría esta costumbre a Zacatecas. En la actualidad, la preparación de los mismos se convierte en una ocasión para que los miembros de las familias católicas entren en contacto con el misterio de la navidad en un ambiente de convivencia.

El “árbol de Navidad” es otro de los símbolos que corresponden a la fecha señalada,  tiene su origen en el siglo XVI en Alemania; algunos misioneros adaptaron la tradición germana, le dieron un significado religioso y difundieron. A principios del siglo XX llegaría a México y posteriormente a Zacatecas, aquí echó profundas raíces dentro de las costumbres decembrinas. Independientemente de su origen histórico el “árbol de Navidad” es hoy un signo fuertemente alusivo; representa tanto al árbol de la vida plantado en el jardín del Edén (cfr. Gn 2, 9), como al árbol de cuya madera fue hecha la cruz en la que Cristo murió. Cristo es el verdadero árbol de la vida, nacido de nuestro linaje, de la tierra virgen Santa María; árbol siempre verde y fecundo en frutos.

El adorno del “árbol de Navidad”, según los evangelizadores de los países nórdicos, consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramas aunque pueden añadírsele otros, entre los regalos colocados debajo de él, no deberían faltar los regalos para los pobres o para los miembros de la familia. Las luces simbolizan a Jesucristo como la luz del mundo.    La corona de adviento, al igual que el “árbol de Navidad” se tomó de las costumbres alemanas, consta de un cerco de ramas de pino trenzadas con un listón rojo o morado (color del Adviento) al que se le colocan cuatro velas de diferentes colores, cada domingo de adviento se enciende una vela. Este rito simboliza el anuncio y la espera del Mesías a través de los siglos. La corona representa la vida eterna; las cuatro velas los cuatro domingos previos a la navidad; la luz a Jesucristo; y el listón, la alegría de la penitencia.

Y hablando de alegría, no pueden faltar las flores que, dentro de las celebraciones de los hombres representan la alegría. Los estados de Guerrero y Oaxaca son cuna de la flor de nochebuena o Cuetlaxochitl, que en náhuatl significa “flor que se marchita” y que para los aztecas representaba la “nueva vida” de que gozarían los guerreros muertos en batalla. Ésta es un emblema más de las fiestas navideñas y su inclusión como elemento representativo de dichas fiestas se lo debemos a México. Florece en los meses de noviembre y diciembre y es, quizá, la flor mexicana más difundida en el mundo.

Debemos agradecer el comienzo de su difusión internacional al primer embajador de los Estados Unidos en México, Joel R. Poinsett, quien entre 1823 y 1829 se dedicó a darla a conocer en su país

Es así que el símbolo más mexicano de la Navidad es nuestra muy apreciada flor de Nochebuena que porta los dos colores emblemáticos de esta temporada (y de nuestra bandera nacional): el verde de la esperanza en sus tallos y hojas, y el rojo vivo en sus pétalos que representa la vida, la alegría, la convivencia y el amor. También contiene el amarillo en sus estambres y pistilos, el color alegórico del sol, un símbolo que coincide con la fecha actual de la Navidad ya que los romanos festejaban el 25 de diciembre como el día del nacimiento del sol o del dios solar, al considerar su noche anterior como la más larga del año. En el siglo IV fue instituida la fiesta del Nacimiento de Jesús el 25 de Diciembre para delegar a la celebración pagana de los romanos, establecida anteriormente por el emperador Aureliano en el año 274, asentar a Jesús como el Sol celeste o de justicia (Is 60, 1-2; Mal 3, 20; Lc 1, 78).

Mientras en la Europa medieval se conmemoraba la Navidad en el ya citado día, los aztecas del México prehispánico realizaban en estas fechas una fiesta solar, el Panquetzaliztli, dedicada al nacimiento de Huitzilpochtli, dios del sol y del fuego quien tenía gran poder sobre la guerra. Su templo era el centro de la religión y donde se celebraban los sacrificios. Sorprendente coincidencia.

Finalmente, y hablando de soles que brillan para todos, Imagen, el periódico de los zacatecanos y su servidor le desean a usted y a su apreciable familia lo mejor del mundo, hoy y siempre…

*Cronista de Zacatecas.




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