Agradecidos

Una humeante taza de café en primer plano y, como telón de fondo, los pálidos colores de un amanecer de domingo son razones más que suficientes para sentirse agradecido con Dios por un día más, por tantas y tantas cosas. El diario trajín nos roba siempre esta oportunidad de voltear hacia arriba y decir “gracias, … Leer más

Una humeante taza de café en primer plano y, como telón de fondo, los pálidos colores de un amanecer de domingo son razones más que suficientes para sentirse agradecido con Dios por un día más, por tantas y tantas cosas.

El diario trajín nos roba siempre esta oportunidad de voltear hacia arriba y decir “gracias, por tanto”. Quien crea que no tiene razones para estar profundamente agradecido con su Creador necesita reflexionar un poco.

Necesita voltear a ver sus piernas y saber que eso significa que es libre y puede ir a donde quiera y cuando quiera. Y si una o sus dos piernas no funcionan necesita voltear a su alrededor y saber que eso significa que será acompañado toda su vida por aquellos que le quieren y que siempre estarán dispuestos a ser sus piernas.

Necesita tomar en sus manos un jazmín y saber que eso significa que sus sentidos están preparados para hacerle entrar en contacto con todas las maravillas de la creación, que los huesos, nervios, músculos y piel de sus manos operan en perfecta conexión con su cerebro para realizar aquello y que sus ojos y pulmones funcionan apropiadamente para distinguir su precioso aroma y apreciar su forma y su color.

Necesita enamorarse o reencontrarse con aquella persona de quien en su momento se enamoró para experimentar esa sensación que nadie sabemos explicar de dónde proviene o cómo se forma pero que vulgarmente le llamamos “sentir mariposas en el estómago” y saber que eso significa que su capacidad de amar se encuentra intacta.

Cada uno somos afortunados, muy afortunados, porque fuimos dotados de la capacidad e inteligencia necesarias para apreciar lo existente pero también para crear cosas nuevas; para cambiar lo que no nos gusta y aceptar con humildad lo que no podemos cambiar, para encontrarnos con otros y enriquecer sus vidas dejándoles, a su vez, enriquecer las nuestras y por eso es que por el simple hecho de estar vivos debemos de dar gracias a Dios y encontrar en ello la fuerza necesaria para enfrentar los retos que la vida nos plantea. ¡Seamos agradecidos!




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