Aburrimiento

Antonio Sánchez González.
Antonio Sánchez González.

Recientemente se ha hablado mucho sobre cómo la pandemia de coronavirus ha desencadenado una epidemia de depresión y ansiedad. Es cierto que la pandemia ha aumentado nuestros niveles de estrés. Hay algunas encuestas muy publicitadas que muestran que los niveles de angustia psicológica están aumentando entre la población general. Sin embargo, es probable que sea … Leer más

Recientemente se ha hablado mucho sobre cómo la pandemia de coronavirus ha desencadenado una epidemia de depresión y ansiedad.

Es cierto que la pandemia ha aumentado nuestros niveles de estrés. Hay algunas encuestas muy publicitadas que muestran que los niveles de angustia psicológica están aumentando entre la población general. Sin embargo, es probable que sea prematuro llamar a esto una ola de ansiedad o depresión clínicamente significativa. ¿No será que a estas alturas de la epidemia simplemente estamos aburridos?

Sorprendentemente, en la literatura médica mundial no hay descripciones de brotes de enfermedades psiquiátricas en el transcurso de los últimos meses. Sin embargo, sí hay en las redes sociales y en los periódicos textos de individuos que se sienten aburridos y frustrados.

La verdad es que aún no sabemos si lo que estamos viendo en estos posts de Facebook se convertirá en una epidemia de salud mental en toda la regla. Después de todo, las redes sociales contienen instantáneas de cómo nos sentimos durante un periodo de tiempo absolutamente breve, y poco de lo que estamos experimentando, ahora es agradable. Si esto es el preámbulo de una epidemia debe ser corroborado por estudios de seguimiento. Por lo pronto, parece, más bien, que la vida hecha a través de las pantallas adquirió una calidad de embrutecedora monotonía.

La depresión clínica se caracteriza por la incapacidad de experimentar placer, insomnio, pérdida de la autoestima y la memoria, cambios en el apetito y en el peso, y pensamientos y comportamientos suicidas, entre otros síntomas. En el aburrimiento, la capacidad de placer está totalmente intacta, pero se ve frustrada por un obstáculo interno o externo, como estar en cuarentena. El aburrimiento tampoco produce ninguno de los otros síntomas de la depresión y es aquí cuando vale la pena recordar que el aburrimiento es un estado emocional normal y todo, menos una enfermedad.

Si bien el aburrimiento no es depresión, la experiencia del aburrimiento no es algo frívolo. De hecho, el aburrimiento es una experiencia psiquiátrica aversiva y casi universal que puede generar problemas, lo que lo hace digno de la atención de los médicos. La pandemia nos tiene encerrados en nuestras casas, despojados de nuestra rutina y estructura mental diarias. Y sin distracciones, nos sentimos infraestimulados. La esencia del aburrimiento está en este estado de deseo inalcanzable de hacer algo, ¡lo que sea! – sin manera de lograr nuestro objetivo y la gente hará lo que pueda para lograr salir de ello-.

La palabra aburrimiento no entró en el léxico de ningún lado hasta mediados del siglo 19. Antes de eso, el tedio era una parte de la vida. Fue sólo con el auge de la cultura de consumo en el siglo 20 que se prometió a la gente una emoción casi continua; el aburrimiento era la consecuencia inevitable de expectativas tan poco realistas.

Los seres humanos anhelamos, en diversos grados, la estimulación constante, y una cuarentena nos impide obtener una gran cantidad de ella. Aquellos que buscan más novedades y sensaciones, como los adolescentes, son particularmente propensos al aburrimiento. También lo son las personas que consumen muchas drogas recreativas, para quienes el mundo cotidiano se siente poco interesante.

El aburrimiento puede parecer insoportable, pero a diferencia de la depresión clínica, no es mortal. La depresión requiere tratamiento y el aburrimiento es un estado normal que amerita tratamiento médico tanto como la infelicidad requiere un antidepresivo.

Es posible que la pandemia llegue a provocar un aumento de las enfermedades mentales graves; eso es cierto, pero es prematuro hacer ese juicio. Mientras tanto, no medicalicemos el estrés diario.

*Médico




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