Festejan agricultores a la Virgen de los Milagros en Ojocaliente

Los campesinos le ofrecieron con gran amor a la Virgen, los frutos de la tierra.
Foto: Gema Gallegos
Los campesinos le ofrecieron con gran amor a la Virgen, los frutos de la tierra. Foto: Gema Gallegos

La peregrinación del 7 de septiembre históricamente le ha correspondido a los agricultores, charros, ganaderos, vinicultores y apicultores.

OJOCALIENTE.- Es día de fiesta en Ojocaliente, son pocos los que se mantienen ajenos al regocijo que impera en el pueblo, pues es día de celebrar a Nuestra Señora de los Milagros.

Desde temprana hora y antes de que aparezcan los primeros rayos del sol, miles de feligreses acuden al templo para cantarle Las Mañanitas a la madre del creador como lo han hecho desde que inició el docenario.

Entre cohetones, música, repique de campanas, la gente se aglutina en la salida a Aguascalientes, pues le quieren dar las gracias y pedir buen temporal.

La peregrinación del 7 de septiembre históricamente le ha correspondido a los agricultores, charros, ganaderos, vinicultores y apicultores, quienes con gran fe y devoción ofrecieron los primeros frutos de sus cultivos a la Virgen milagrosa.

A pesar de que este año la sequía y la falta de lluvias golpeó gravemente a los campesinos, no fue impedimento para que estos le ofrecieran con gran amor los frutos de la tierra que eran llevados en los tractores y entregados al sacerdote en la puerta de la iglesia.

En tanto que el presbítero, Ricardo Martínez Berumen, recibía a cada creyente con agua bendita.

Los ganaderos a bordo de imponentes caballos se sumaron a las festividades y con un auténtico espíritu de fiesta, fe en Dios y una profunda devoción  a la Santa Madre de Dios, se llevó a cabo una de las peregrinaciones más vistosas del estado.

La leyenda

De acuerdo con la tradición oral y la vocación popular, la Virgen de los Milagros decidió quedarse en Ojocaliente desde hace algunos siglos.

De acuerdo con el cronista adjunto Isidro Aparicio Cruz, en el siglo XVII en Villa de Ramos se veneraba a la imagen de la Inmaculada Concepción de María y cuando se tuvieron que hacer reparaciones al templo los mineros, decidieron trasladar a la imagen de María Santísima “Nuestra Señora de los Ramos”  a la Villa del Sacramento y Real de Minas del Ojocaliente de Bastidas.

Entre rezos y vivas los habitantes de Villa de Ramos ataviaron un carruaje y partieron a Ojocaliente, donde los feligreses del Santísimo Sacramento salieron al encuentro de tan distinguida visitante, la llevaron al templo parroquial y la colocaron en el altar mayor.

Se suponía que ahí permanecería hasta que se reparara el templo. Los feligreses acudían ante ella para contarle sus penas, dice el cronista, y bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ramos comenzó a realizar muchos milagros.

Con el tiempo, el templo de la Villa de Ramos fue reparado y sus habitantes buscaron a su patrona en la Villa del Sacramento y Real de Minas de Ojocaliente de Bastidas.

Para la ocasión labraron una bella caja de plata donde la imagen posaría sus pues y resplandor que sus puntas representaban rayos.

La tarde del 8 de septiembre por la puerta principal del templo el Cura de Ojocaliente salió con la bella imagen para entregarla a los habitantes de Villa de Ramos, la subieron al carruaje y entre las lágrimas de los de Ojocaliente intentaron hacer que las bestias de carga jalaran el vehículo que trasladaría a la Santísima Imagen, pero mientras la imagen estaba arriba del carruaje las mulas no caminaban.

Sin embargo,  cuando la bajaban éstas emprendían la marcha, así lo intentaron muchas veces, hasta que una copiosa lluvia comenzó a caer en Ojocaliente.

Entonces que el Señor Cura dirigiéndose a los presentes afirmó que de esta manera la Santísima Virgen manifestaba su deseo de permanecer en este lugar.

La imagen fue devuelta al altar mayor y nombrada Nuestra Señora de los Milagros y Patrona del Curato del Santísimo Sacramento de Ojocaliente.