La grandeza de Dios

Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.
Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.

Seguramente usted ya escuchó al respecto del niño Dios monumental que se mandó construir para una parroquia zacatecana. Este tema ha desatado toda una polémica que ha puesto a Zóquite en el mapa. El caso es que, quienes fueron responsables de su creación, lo único que tenían en mente era coronar un espacio idóneo para … Leer más

Seguramente usted ya escuchó al respecto del niño Dios monumental que se mandó construir para una parroquia zacatecana. Este tema ha desatado toda una polémica que ha puesto a Zóquite en el mapa. El caso es que, quienes fueron responsables de su creación, lo único que tenían en mente era coronar un espacio idóneo para una figura de más o menos esas proporciones para dar gloria a Dios. Nada más.

La grandeza de Dios puede medir cerca de seis metros y medio de envergadura que mide ese niño Dios o más de ciento treinta metros de altura que tiene la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma o casi cien metros con los que cuenta la Basílica de Guadalupe en la Cd. de México.

Los que han promovido la construcción de trascendentales obras de la Iglesia han sido los propios fieles católicos. Movidos, unos, por la gratitud de un favor recibido, otros por una promesa hecha a un ser querido y, quizás algunos, por un cierto sentido social, pero todos, al fin, impulsados por su fe en el ser supremo, con un cierto deseo de lograr encontrarse en paz con Dios y consigo mismos y, por otro lado, el de favorecer a los demás el culto divino que tantas satisfacciones y sentido ha dado a sus propias vidas.

De veras, hay que creerlo: todavía hay gente a la que le gusta hacer el bien por hacerlo. Hay muchos a los que se nos facilita más lograr la comunicación con Dios en espacios que nos den un poco de idea del tamaño de su grandeza, en contraste con nuestra propia pequeñez. La pequeñez de lo terreno, de lo mundano, de lo finito en contraste con la grandeza de lo divino, de lo infinito y eterno.

Así que yo le propongo que, cuando visite la Parroquia de la Epifanía en Zóquite, vaya, quizás, movido por la curiosidad de conocer la figura del niño Dios más grande del mundo, pero salga de ahí verdaderamente convencido de la grandeza de Dios, que es capaz de extraer del espíritu del hombre esta y otras increíbles creaciones.




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