Bolivia: lección para los gobernantes que buscan eternizarse

Eduardo Ruiz-Healy.
Eduardo Ruiz-Healy.

Cayó Evo Morales después de ejercer la presidencia de Bolivia durante casi 14 años, del 22 de enero de 2006 hasta el 10 de noviembre de 2019. En diciembre de 2005 ganó la presidencia con el 54% de los votos, convirtiéndose en el primer presidente indio de la República de Bolivia desde que el país … Leer más

Cayó Evo Morales después de ejercer la presidencia de Bolivia durante casi 14 años, del 22 de enero de 2006 hasta el 10 de noviembre de 2019.

En diciembre de 2005 ganó la presidencia con el 54% de los votos, convirtiéndose en el primer presidente indio de la República de Bolivia desde que el país se fundó en 1825. En 2009 fue electo como el primer presidente del recién fundado Estado Plurinacional de Bolivia y en 2014 fue reelecto con el 63% de los votos.

Nacionalizó los hidrocarburos y luego diversas empresas e industrias con el fin de que los empresarios invirtieran como socios, no como “patrones de los recursos naturales de los bolivianos”.

Contra lo que muchos supusieron, el socialismo que promovió dio resultados sorprendentes.

Entre 2006 y 2018 el producto interno bruto (PIB) creció sostenidamente, a un promedio anual del 4.8 por ciento. En 2006 el PIB era de 11mil 452 millones de dólares, en 2018 llegó a 40 mil 288 millones; un aumento del 252 por ciento.

Y cayó el porcentaje de bolivianos pobres, del 60% al 35%, y el de la población que vive en pobreza extrema del 38% al 15 por ciento.

Pese a los grandes avances económicos que logró, Morales se vio obligado a renunciar el domingo pasado, a menos de un mes después de que se declarara ganador de la elección del pasado 20 de octubre.

Sus problemas empezaron cuando en 2016 decidió buscar una tercera reelección a pesar de que la Constitución de 2009 lo prohíbe.

Para derogar el impedimento constitucional convocó a una consulta popular, pero en febrero de 2016, el 51% de los bolivianos votó en contra de tal derogación.

Morales ignoró el resultado de su consulta y logró que el Tribunal Constitucional determinara que tenía el “derecho humano” de tratar de reelegirse indefinidamente. Luego, el Tribunal Supremo Electoral autorizó que participara en las elecciones de octubre pasado.

La autoridad electoral lo declaró ganador con 47.1% de la votación total, más de 10 puntos porcentuales arriba del 36.5% que obtuvo su rival. Así evitó ir a una segunda vuelta electoral.

El hecho de que se “cayera el sistema” cuando Morales aventajaba a su rival por solo 7.1 puntos, generó que los resultados finales fueran cuestionados dentro y fuera de Bolivia.

El 23 de octubre, Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos apoyaron la realización de una segunda vuelta y la OEA sugirió no validar los resultados de la elección hasta que la organización los auditara.

Las protestas contra un probable fraude electoral se generalizaron en Bolivia. Los grupos policiacos se unieron a los manifestantes y las fuerzas armadas decidieron no intervenir.

En la mañana del 10 de noviembre, Morales aceptó la realización de nuevas elecciones, luego de que la OEA informara que hubo “graves irregularidades” en el proceso electoral y solicitara que se repitiera la elección.

Su decisión llegó demasiado tarde porque ese mismo día los comandantes del Ejército y de la Policía le sugirieron renunciar para así permitir “la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”.

Ante la posibilidad de ser removido violentamente, Evo Morales prefirió renunciar.

Que lo que sucedió en Bolivia sirva de lección para todos aquellos gobernantes que tratan de eternizarse en el poder después de modificar las leyes a su favor.




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