Un ejemplo a seguir

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Al primo Ismael Martínez Barrientos, con admiración y gratitud  En cuanto supieron del regreso del primo que se había ido a estudiar la prepa a Monterrey, contentos pidieron permiso para ir a visitarlo a casa de la tía Cruz. Generaron estrecha relación familiar y de gran camaradería porque en la infancia, durante las vacaciones, habían … Leer más

Al primo Ismael Martínez Barrientos, con admiración y gratitud 

En cuanto supieron del regreso del primo que se había ido a estudiar la prepa a Monterrey, contentos pidieron permiso para ir a visitarlo a casa de la tía Cruz.

Generaron estrecha relación familiar y de gran camaradería porque en la infancia, durante las vacaciones, habían realizado múltiples acciones conjuntas como trabajar en la parcela colocando postería de concreto, sujetando el alambre de púa y durante varios días se dedicaron a desgranar maíz.

Por supuesto que los recuerdos de actividades productivas eran gratos, pero sobresalían los juegos de béisbol, en la explanada formada por la calle y el lecho del arroyo, los sábados, concentrando a toda la muchachada del barrio. Grandiosos recuerdos de las emocionantes idas al cine en grupo, los domingos por la tarde.

Hacía meses que no se veían y soportaron la ausencia, cada cual ocupados en las respectivas tareas escolares. Aquél en la gran ciudad, estos en su localidad. Pero ese día se enteraron de que había salido de vacaciones antes que ellos.

Lo encontraron armando una pequeña vitrina en forma de prisma hexagonal. Al preguntarle sobre el propósito, les mostró un trofeo metálico, brillante, con el laurel de la victoria. Explicó (y presumió) haberlo obtenido en su escuela, como premio de primer lugar en un concurso de oratoria.

Admiraron la proeza, pues imaginaron el mérito, considerando que en aquella gran ciudad, habría una competencia más difícil que en su pequeño pueblo.

Después de comer les invitó a subir al “Cerrito de la Peña”, en cuya sombra les estuvo platicando sobre su nuevo rol de vida, totalmente desconocido para los provincianos, como el viaje de autobús, el tamaño de la Central de Autobuses, la enorme cantidad de colonias, avenidas, tiendas, edificios; las clases, sus compañeros de estudios; la acelerada vida urbana.

Para estos adolescentes su única posibilidad de comparación eran las escenas de las películas disfrutadas juntos.

En cierto momento tomó una revista y empezó a cantar las canciones románticas de moda.

Platicó detalladamente cuando entró a trabajar en sus tiempos libres, a una fábrica de galletas. Resultó novedoso a los oyentes, conocer sobre la producción en serie, la rapidez de las actividades, los roles, los puestos, el esfuerzo y el salario.

Admiraban la cantidad de cosas que había aprendido en apenas un semestre y soñaron algún día estar en escenarios semejantes.

Sabían de la inteligencia que caracterizaba a su familiar, por su desempeño desde los estudios de Primaria y Secundaria. Meditaban sobre cómo una persona puede tener tantas capacidades intelectuales. Creían que se debía a una herencia de virtudes de su padre. ¿O quizá sea prodigio de la Naturaleza?

De alguna forma los dos quisieron seguir sus pasos. El mayor se fue a trabajar a esa ciudad años después, el otro incursionó más motivado en los estudios. Fueron los pioneros de la primera generación de universitarios.

Es de gran ayuda seguir ejemplos tangibles y cercanos.

 




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