Don Miguel y su vida en vidrio soplado

Foto: Carlos Montoya.
Foto: Carlos Montoya.

La vida dotó de un talento muy especial a don Miguel Ángel Flores, quien tiene unas manos que convierten el vidrio en una amplia variedad de figuras que durante décadas ha sido su fuente de ingresos.

ZACATECAS.- La vida dotó de un talento muy especial a don Miguel Ángel Flores, quien tiene unas manos que convierten el vidrio en una amplia variedad de figuras que durante décadas ha sido su fuente de ingresos.

El artista nació en Puebla hace 55 años y a Zacatecas llegó a vivir cuando tenía 10, luego de la decisión que tomaron sus padres de mudarse a esta tierra por cuestiones de trabajo.

Se dedica a esto desde los 10 años.

Desde entonces se dedica al vidrio soplado, herencia familiar que le dejó su padre, quien le enseñó la técnica que durante 45 años ha representado su fuente de empleo.

Por estas artesanías ha vivido y sacado adelante a su familia, quien se siente muy orgullosa de que se dedique a las artesanías que pocos saben elaborar.

Arriesga la vida al manipular fuego.

Yo tengo tres hijos, y dos de ellos también trabajan el vidrio, les gusta el oficio, otro se dedicó a estudiar medicina, son otra generación más en la familia,” comentó don Miguel.

Pa’ que vean, no pa’ que agarren

El poblano trabaja generalmente en su casa donde tiene su taller; sin embargo, aprovecha algunas exposiciones comerciales en las calles, donde no sólo vende sus figuras sino también las fabrica.

Los clientes ven con asombro cada movimiento de sus manos mientras le dan forma a una de sus piezas.

Se dedica a esto desde los 10 años.

Es una actividad que disfruta a pesar de las más de cuatro décadas que lleva dedicándose al vidrio soplado.

La actividad implica también mucha paciencia y sobre todo cuidado, lo anterior por el riesgo que implica maniobrar con este material.

Don Miguel, mientras elabora sus extraordinarias piezas, corre doble peligro porque se expone también a quemaduras, ya que trabaja directamente con el exposición del fuego que emana de un soplete.

Muchos se quedan a verlo.

Se pasan con el regateo

El tiempo que tarda en terminar cada pieza varía según el tamaño y la figura que va a hacer.

Por ejemplo, fabrica elefantes que le llevan más de 30 minutos y si va agregando detalles aumentan los minutos del proceso, que implica tiempo, dedicación y esfuerzo.

Mientras fabricaba una de sus piezas, el artesano comentaba que tiene que lidiar con el “regateo”.

Le teme al regateo, pues así no le sale.

Muchas veces tiene que ceder a dejar las piezas más baratas para llevar algo a sus bolsillos y no regresarse con las manos vacías.

A los interesados en alguna de sus figuras, les comenta que en tiendas como Liverpool y Sanborn’s, las venden a precios exorbitantes.

Mientras que él las ofrece en un porcentaje bastante menor, pues quiere que sus piezas estén al alcance de todos.

¡Llévele, llévele!

Esta semana se instaló en el Jardín de Independencia, donde captaba la atención de los peatones, quienes algunos de ellos sí le compraron alguna de sus creaciones.

Aunque don Miguel también está abierto a los encargos, pues uno de los paseantes le encargó un Cristo.

Hasta colgantines pa’ la novia

Los nombres de las personas también forman parte de su inventario y es impresionante la manera en que detalla cada letra en vidrio caliente que recibe la flama directa del soplete.

Desde los 10 años domina el arte de hacer artesanía con vidrio soplado, actividad que está seguro de seguirse dedicando hasta que sus fuerzas se lo permitan.

Lo anterior porque más que un trabajo es una forma de vida que le ha dado a su familia.

Uno de sus hijos sigue con las artesanías.



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