Don Beto ofrece sus deliciosos camototes
El silencio de las frías noches es opacado por un poderoso silbido que traspasa hasta los muros más gruesos, anunciando que llegaron los camotes al vapor y se trata del carrito de don Humberto Moreira Nájera.
ZACATECAS.- El silencio de las frías noches es opacado por un poderoso silbido que traspasa hasta los muros más gruesos, anunciando que llegaron los camotes al vapor y se trata del carrito de don Humberto Moreira Nájera.
Don Beto se dedica a vender esta raíz desde hace 26 años, tras una larga estancia en la Ciudad de México.
En tierras chilangas se quedó por varios años y se dedicó a hacer varias cosas como chófer, herrero y hasta “el mil usos”.
Tiempo después regresó a su tierra en el poblado de Yescas, San Luis Potosí, en las colindancias con Villa de Cos.
“A nosotros nos queda más cerca la capital de Zacatecas que la de San Luis,” comentó don Heriberto.
Cuando volvió se encontró con un panorama difícil ante la escasez de trabajo y a veces había de campo; pero él jamás se dedicó a ello.
Y para acabarla de amolar desde morrito ha trabajado, ya que no había para ir a la escuela y por eso no terminó la primaria.
Fue así que tuvo la idea, recordando su estadía en la capital del país, de vender camotes tal y cómo lo hacen en aquella región a la manera más ortodoxa y artesanal.
Lleve los camotes calientitos
Para ello, don Beto puso manos a la obra y fabricó artesanalmente su propio “carrito” a partir de láminas y acero inoxidable.
A este vehículo de cuatro ruedas le adaptó un sistema de frenos hidráulicos, dando un peso bruto de 120 kilogramos.
De esta manera el carrito estuvo listo para ser jalado o empujado, según sea el caso, por sus brazos incansables.
Es así como desde 26 años, don Heriberto se gana la vida en las colonias de la zona conurbada, en los municipios y comunidades aledañas.
Su carro está cargado de camotes hechos de la forma más tradicional, pues los hace al vapor y con leña, lo que le da su sabor único.
Además, para los que son amantes de lo dulce, don Beto se carga su lechera, que le pone al final dándole un toque de lo más delicioso.
Sino trabaja siente que le falta algo
Don Beto, se siente mu
y orgulloso de su oficio porque representó el sustento de toda su familia, formada por sus cinco hijos y su esposa.
Sabe que este trabajo en la actualidad ya pocos lo hacen, pero:
sino me salgo a vender no me siento a gusto, es como si algo me faltara, no era mi trabajo, lo adopté como mi oficio”, comentó don Heriberto.
Agregó que, una de las cosas que más disfruta, es la comunicación con las personas, hacer diálogo.
Para lo anterior, las mujeres son quienes se pintan solas con bromas que le juegan a don Beto, aprovechando la picardía mexicana del doble sentido.
“¿Cómo trae el camote hoy don Heri?” Son preguntas frecuentes que le hacen a don Beto, quien sonrojado, espera que su carrito le entre al quite con un ensordecedor silbido.
No se halla si no chambea
A sus 72 años, trabaja de lunes a domingo de 5 de la tarde a 9 de la noche y todos los días del año vende sus camotes.
Nunca tiene un destino definido, pues él agarra su camioneta, sube su carrito mediante un sistema de cadenas y en ese momento decide el lugar que recorrerá en busca de clientes.
“La necesidad hace a uno que le vaya pensando, y mi oficio lo hago no tanto por lo económico sino porque es mi refugio, quizá no pueda vivir sin él,” señaló don Beto.
Para finalizar dejó en claro que mientras sus fuerzas se lo permitan el seguirá ofreciendo camote.