Mi delito, ser completamente inocente

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

Los índices de violencia y delictivos han aumentado exponencialmente. Es muy lamentable que en cualquier parte y a cualquier hora estemos expuestos a ser víctimas de algún delito. En un municipio cercano a la capital ocurrió un lamentable hecho, que fue enteramente prevenible. Una niñita de apenas 4 años se dirigía a la clásica tiendita … Leer más

Los índices de violencia y delictivos han aumentado exponencialmente. Es muy lamentable que en cualquier parte y a cualquier hora estemos expuestos a ser víctimas de algún delito.

En un municipio cercano a la capital ocurrió un lamentable hecho, que fue enteramente prevenible. Una niñita de apenas 4 años se dirigía a la clásica tiendita de la esquina a comprar cualquier dulce.

La pequeña se tardó mucho más de lo habitual, y aunque por suerte la niña regresó a casa con vida, el daño físico que sufrió es muy lamentable.

Quién es ella

La niña es una pequeñita de poco más de un metro de estatura, pesa escasos 18 kilos, delgadita, sus 4 años de edad le dan el vocabulario necesario para expresar lo que le sucedió; aunque por su inocencia no comprende qué fue lo que realmente le pasó.

Tiene su cabellito largo, medio suelto, un poco ondulado, de color castaño, lo tenía revuelto, sucio de lodo y hierba seca; con sus ojos vivaces, como los de cualquier niña de su edad, aunque rojos e hinchados del llanto; su piel morena clara y su carita con las marcas de las lágrimas.

Narración de su madre

La niña quería ir a la tienda a comprar, ya ve cómo son los niños; serían como las 4 de la tarde, acabábamos de comer, yo la dejé ir, al cabo la tiendita estaba cerca, como a unas 10 puertas de la otra banqueta.

Yo nomás me asomaba a la puerta de la casa y la veía que llegaba a la tienda, pero esta vez no me asomé; se me hizo raro que se tardaba, y me asomé y no la vi; pensé que se había entretenido con otros niños; pasó otro ratito, me asomé y nada de la niña; entonces fui a buscarla.

Llegué a la tienda, que no estaba muy lejos, como a 30 metros, pero ahí me dijeron que no había llegado, anduve preguntando y nadie la había visto; fui a las casas de los vecinos y no estaba; luego un niño me dijo que se le hacía que la había visto caminando de la mano de un hombre y que se la había llevado para abajo.

La anduve buscando, y le gritaba para ver si me escuchaba, pero nada; ya como para eso de las 7, la vi que ahí venía solita y llorando, la vi, así toda sucia, mojada, y la llevé a la casa.

Me dijo que el muchacho le había pegado en sus partecitas (área genital), y que la había mordido, y que le dolía; yo me fui luego luego al Ministerio Público para poner la denuncia, porque cuando llegó la niña la Policía Preventiva anduvo buscando, pero no encontraron a nadie.

El niño me dijo que el hombre ése traía pantalones de ‘cholo’, pero yo no sé, yo no lo vi, sólo sé que violó a mi hija… lo quiero matar…

Mi hija me dijo que ese maldito le pegaba en sus partecitas, y cuando la vi que venía con sangre, me asusté mucho; pensé que la querían matar; cuando no la encontraba, yo creía que se la habían robado para venderla en Estados Unidos; tenía mucho miedo de no volverla a ver… está tan chiquita.

Ella venía caminando solita, el hombre se la llevó lejos a unos terrenos que están por debajo de la carretera; no sé cómo supo por dónde regresarse; yo tuve la culpa; ¿para qué la dejaba ir?, su papá de la niña me va a matar cuando sepa; ojalá que agarren a ese maldito”.

La inocencia

“Yo fui a la tienda a comprar el jabón -comenta la pequeñita-, para que mi mami lavara los trastes; yo voy a la tienda y también compro dulces, no me da miedo porque ya soy grande; mi mami me manda porque está cansada.

(Ese día) yo iba (a la tienda) y luego me dijo el muchacho malo que si lo acompañaba con su hermanita a jugar, y yo sí quise ir porque me dio un dulce; yo no lo conozco, me llevó caminando y caminando, y luego me tumbó en la tierra, y me quitó mi ropa, y yo no quería porque me daba miedo.

Él se enojaba y me decía que me callara y me tapaba la boca con su mano, y me pegaba mucho; me dolía y yo lloraba, y él me cortó con un fierro aquí en mis manitas; me jalaba el pelo también y me mordió aquí en mi espaldita; yo tenía mucho miedo.

Yo le gritaba a mi mami, pero no venía, luego el muchacho malo le hacía bien feo con su boca, me apachurraba; tengo mucho miedo, ya no quiero que venga conmigo… me castigó porque yo me porté mal con mi mami”.

Los culpables

La inocencia de la niñita no le permitía en ese momento tener conciencia de la agresión recibida, para ella sólo fueron golpes que le dolieron mucho, su ingenuidad la hacía creer que era un castigo por haberse portado mal con su mamá.

Es verdad que el desalmado que fue capaz de dañar de esa manera tan atroz a la menor es completamente culpable y peligroso. Y para desgracia de todos, su nefasto crimen quedó impune, ya que fue imposible dar con su paradero e identidad. Pero la madre de la niña claro que incurre en negligencia, pues, por sentido común, un adulto sabe que un niño de 4 años no es capaz de cuidarse a sí mismo.

La atención victimológica

La intervención con un menor -niño o niña- que ha sido lastimado de esta manera, debe ser extremadamente delicada; se debe cuidar mucho la manera de formular la pregunta, para no manipular la respuesta; pero sobre todo para no agredir al niño o niña, se debe en todo momento hacerle ver que él o ella no tuvieron la culpa, y que por ningún motivo son niños malos; de esta manera se evita la victimización secundaria.

En este caso, la menor tiene muchas posibilidades de superar la agresión sufrida, ya que por su edad no la concibe como tal; sin embargo, requiere de una constante supervisión clínica psicológica, al igual que su madre.

El abuso infantil es un patrón de maltrato o comportamiento abusivo que se dirige hacia el niño y que afecta los aspectos físico, emocional y/o sexual, así como una actitud negligente hacia el menor, a partir de la cual se ocasiona amenaza o daño real que afecta su bienestar y salud. El maltrato infantil se puede clasificar en maltrato por acción y maltrato por omisión.

A la vez que el maltrato por acción se divide en maltrato físico, abuso fetal, maltrato psicológico o emocional y abuso sexual.

El maltrato por omisión es el abandono o negligencia que producen las personas adultas al cuidado de un menor, ya sean padres, maestros o familiares.

Lic. Ivonne Nava García
Perito en Psicología Forense



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